Conjuro tácito

Siempre estás ahí, han sido tantas las noches las que nos hemos conectado desde cada una de nuestras respectivas habitaciones, separados por cientos de kilómetros y unidos por la única ventana de nuestro Pc, que nos ha abierto un mundo desconocido y prodigioso a la vez. Vos guarecido en tu casa emitiendo un intenso calor y yo, receptora de tus ardientes caricias virtuales, desde la mía.
Ninguno de los habíamos protagonizado antes una pasión tan desenfrenada de un encuentro en vivo… y en cambio nosotros hemos hecho de cada uno de nuestras conversaciones fogosas, la mayor de las pasiones… las mejores aventuras soñadas.
Con vos, todo ha sido tan fácil, tan intenso y tan adorable, como cada una de tus caricias, que me mostrabas con tus dedos a través de tu teclado y que yo reconvertía con mis propios dedos… como si estos fueran los tuyos sobre mi piel.
Nunca antes me he sentido tan excitada, tan nerviosa, tan caliente por unas palabras descritas con esa fuerza y esa sensibilidad que desbordabas en cada una de tus conversaciones que me dejaban extasiada sobre la cama en cada noche.
Mi ventana siempre te esperaba anhelante y tú siempre la abrías descubriéndome un nuevo punto que era algo parecido a un resorte de excitación, cuando mis piernas temblaban, cuando mis labios se dilataban, cuando mis pezones se endurecían.
Todo lo que mi cuerpo quería revelar tan cargado desde dentro, se expresaba con sumo descaro cuando vos llegabas cada madrugada… en aquellos mensajes exclusivos, eróticos y tan penetrantes. A veces no me creía ver a mi misma.
Nuestros cuerpos hervían, cegados por nuestra unión virtual, para hacerla casi, casi tan real, como si estuviéramos literalmente tocándonos, lamiéndonos, atrayéndonos… tal y como lo describíamos en nuestros mensajes calientes.
Han sido muchas las sesiones de sexo desenfrenado, hasta llegar a un orgasmo ocultado, desde nuestra atalaya encubierta, para no ser escuchados y desbordar nuestras sensaciones con teclas que eran devueltas con más ardor desde el otro lado de la línea.
El morbo era máximo en cada velada,  de no conocernos en absoluto y al tiempo saber sin lógica alguna cada una de nuestras debilidades, todos y cada uno de nuestros puntos débiles. Y ese juego, nos hacía libres… vivos y especiales.
Cuántas madrugadas en vela, invisibles para los demás, silenciosos para no ser oídos, creyéndonos únicos en el mundo, imaginando como eras vos y sospechando  al tiempo como era yo para vos… formando parte el uno del otro, no solo en un encuentro carnal.

Aquel que dormía a mi lado eras vos, aunque no lo fueras realmente y aquella que cada noche abrazabas en tu cama, también era yo… en tus pensamientos, la que te devolvía siempre la misma energía y la misma exaltación que vos me entregabas.
Cada momento ha sido incrementado por más y más aventuras, que no cesaban, sino que progresaban. Me has hecho sentir muy mujer, mucho más deseada y completamente prodigada a una efusión complaciente que nos ha hecho, además… ¡tan felices!
Hemos navegado por mares tempestuosos, lugares a los que nunca partiríamos en otras circunstancias, pero nuestro secreto, nos ha permitido aventurarnos, entregarnos, soltarnos sin poner reglas, sin calcular, ni medir ninguno de nuestros perturbados actos.
Te he pertenecido de lleno en cada encuentro, y sé que vos también a mí… con esa misma fuerza y esa misma entrega, la que nos ha dejado tan buenos recuerdos y un siempre adorable sabor de boca.

No sé cuántas veces tratamos de preparar nuestro encuentro real, ese que nos acercaría para siempre, el que nos permitiría, además de leernos, además de imaginarnos… de sentirnos, también para cruzar nuestras miradas de una vez por todas.
Me fui dispuesta a la cita, sí… pero antes de cruzar la puerta de aquel café, las dudas me invadieron, todos los miedos me acecharon, aterrada de ver que nuestros sueños pudieran desmoronarse como un castillo de naipes, que de una vez por todas se alejaran nuestros sueños anhelados, todas esas dulces sensaciones.
Estoy segura que al vernos, habríamos descubierto otras impresiones, otras muchas atracciones mutuas, sin embargo, he sido cobarde, me he dejado emocionar por mis propios impulsos y me he quedado paralizada… totalmente desconcertada y no he podido traspasar la puerta.

No quiero que sufras por esto, ni interpretes en mis palabras la duda, la confusión, la desilusión de ese encuentro soñado por ambos, pero creo, que mis visiones sobre vos quieren seguir estando en esa ventana que nos ha unido todas y cada una de estas noches mágicas… eternamente.

Pasaje

Sumergida
En la profundidad del mar
Intento llegar a la superficie
Mas no tengo fuerza suficiente
Puedo ver el reflejo del sol
Muevo mis brazos y pies
Intentando subir
No logro llegar,
Miro a un lado y otro
Buscando nada en la profundidad, solo mar
Y mis cabellos parecen sedosos
y mi cabeza siente parece explotar
y una burbuja sale de mi  boca
y sube a gran velocidad
Ya sin fuerzas, me resigno

quizás este sea mi lugar

Lunática


Hacía ya dos años me había dado la llave de su casa, ella siempre sentía que se iba a morir, que palpitaciones, taquicardias, mareos, que un avión caería sobre ella y todas las tonterías que se le ocurrían a su mente hipocondríaca. Le daba miedo imaginar que un día podía caer en la ducha o por las escaleras, y que los vecinos notarían su ausencia y encontrarían su cadáver, cuando ya estuviera en avanzado estado de descomposición.

Algo totalmente estúpido cuando toda su vida se rodeó de gente que revolotea a su alrededor como lo hacen las moscas sobre la mierda.

Ya caía la noche, entre y la encontré sentada mirando esa telenovela mexicana, toda su vida mirando esos culebrones, ¡donde las viejas pintadas como puertas viven cien años , no se mueren caídas en la ducha!

_ ¡Aquí llego María de las Mercedes madre!

Tiro el mando de la tele al diablo y de un salto se tomó el pecho.

_ ¡pero que susto me has dado hija!

Me dirigí al baño, un baño que me conocía quizás mejor que yo. La mirada que me devolvía mi reflejo me erizo la espalda. Cuando se ha acumulado tanto rencor por tanto tiempo, el mismo aire se convierte en un barro espeso que vuelve dolorosa la propia respiración.

Volví a donde estaba y seguía concentrada con la novela, sin siquiera mover mis labios me hizo un ademan para que me calle.

Fui a la cocina, ella jamás cenaba, un trozo de queso en una tabla de madera era lo único que encontré como alimento.

No le di tiempo de nada, tomé la tabla y empecé a golpear con fuerza su cabeza hasta escuchar los huesos de su cráneo quebrar

¡Vos tenes la culpa! ¡Vos mataste a mi perro! ¡Asesina!

Ella aún sorprendida, me dirige una mirada de compasión maternal y tristeza, mientras su estampado sofá se llena de sangre.

Con un hilo de voz susurra

_ Pero hija estás loca…

_ ¡Estamos mama, estamos!

Vomitiva neutralidad




En estos días me han tocado sortear entre las tormentas de mis océanos internos. De un sin avisar me llegaron oportunidades. Y eso de tener que tomar decisiones así en dos minutos es no solo difícil, sino hasta doloroso. Te dueles y te apenas por ser una pobre diabla que no sabe decidir lo que será de su futuro próximo o lejano.

Como consuelo (como hace toda idiota), me imagino que a todos nos sucede así cuando nos llegan de golpe tantas cosas, buenas, malas y las peores.

Lunes…no, ¿era miércoles?, no, seguro fue el martes, venía de regreso del trabajo como cada tarde, con el calor inmundo que ha hecho estas tardes empapando mi falda que se pegaba a mi culo inevitablemente. El paisaje urbano que poco a poco se va convirtiendo en rural me venía prodigando un poco de calma a especie de caricia muy necesitada. Ver grandes llanos verdes y uno que otro animalillo pastando, me devolvía al mundo donde habitan todos los demás.

Por eso decidí mudarme hasta acá, aunque mi camino al trabajo se haya alargado, no importa, mis tardes, de hecho mis días siguen antojándoseme tan largos que ¿Qué más da?

El casi inservible autobús en que venía se detuvo como lo hace mil veces a lo largo del camino para subir o bajar gente, cuando mi mirada perdida se posó sobre un pobre muchacho. Era muy joven, quizá unos veintitantos o treinta años, tirado en el suelo incómodamente, la mitad sobre la acera y la otra abajo. En los escasos segundos que duró la parada del autobús en aquella esquina, pude notar que el chico sufría un ataque

No estaba mal vestido ni sucio, tenía el cabello recién cortado, seguramente se había afeitado por la mañana. Junto a él se encontraba una mochila de lona color negra con vivos en rojo.

Sus jeans mostraban una fresca mancha de orina. Y el pobre joven sufría leves convulsiones mientras sus ojos se perdían hacia atrás.

Las personas pasaban a su lado sin siquiera mirarlo, seguro pensaban que se trataba de un inmundo borrachín que en lugar de estar trabajando para alimentar a sus hijos, se había ido a la pulquería del lugar a hincharse hasta caer sobre la acera tan indecorosamente.

No pude creer que nadie se acercara a prestarle auxilio, que nadie pudiese notar la diferencia entre un chico de clase trabajadora y un borracho mal oliente.

Si no fuese yo quien notó lo evidente, si yo fuese otra.

Hubiese parado el autobús para brincar y ayudar al joven, pero para su mala suerte, la única observadora abordo es una cobarde, que no tiene ni puta idea de que hacer con su propia vida.

No hay manera alguna de escapar al destino



Sofía necesitaba escapar de amores tóxicos, de mentiras, de manipulaciones, de engaños, de tanta dependencia, de los hombres equivocados. Necesitaba vivir por ella misma, quererse, gustarse, no necesitar. Por eso decidió pasar unos días a otra ciudad. Un lugar para perderse entre caras desconocidas, calles estrechas, que le devolvieran las ganas de hacer cosas, de interesarse por otras cosas.

Lucas estaba agotado, vacío de amores intrascendentes, de historias sin finales felices ni tristes, de historias de amor que ni siquiera empezaban. El miedo a amar, la imposibilidad de entregarse a una persona era su obstáculo para sentir esa ansiedad del amor que te mantiene vivo. Por eso decidió pasar unos días en otro lugar. Un lugar para perderse entre en sus pensamientos en donde dejar enterrados sus miedos y empezar una nueva vida.

Y entonces ambos se encontraron para vivir una historia de amor tan breve que nadie se dio cuenta. Sofía estaba sentada, con los pies descalzos, contemplando ese atardecer precioso que se manifestaba mientras sus pies rozaban aquel césped, pensando, con la mirada perdida en no se sabe qué recuerdos.

Lo que él vio mientras se acercaba fue a la mujer más maravillosa esparciendo melancolía. Solo atino a sonreír... Tardó un instante en volver con la misma sonrisa de antes y se sentó a su lado, Ella desvió la mirada porque sus sentidos le dieron la voz de alarma cuando él la rozó. Y así juntaron sus miradas y luego sus bocas en un beso que los transporto por dentro.

Un beso entre dos desconocidos que se necesitaban urgentemente. Ninguno de los dos quería separar sus labios del otro, sintiendo cómo los temores desaparecían, cómo las inseguridades se convertían en confianza, disfrutando del placer sin obstáculos. Y así estuvieron una eternidad. Una eternidad que duró el tiempo que dura un beso.
Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.



No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.



Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.

El método


No se podía sostener en pie, pero sacaba una fuerza titánica para lograr su objetivo: salir de esa jaula que lo había tenido prisionero durante tanto tiempo.
¿Cuánto llevaba allí?, tampoco recordaba con exactitud la cara de las personas que llegaron con él, entre diez  hombres y mujeres jóvenes con los que fue encerrado durante dos días y dos noches. Cuando al tercero los confinaron en diferentes habitáculos oscuramente acristalados, comenzó el suplicio. Los primeros días podía escuchar los alaridos de dolor de una mujer que debía estar situada en la celda contigua, eran desgarradores, seguidos de suplicas, susurros y todo desaparecía.
Creo que solo quedábamos pocos, y hombres, aun en esta agonía reconocería el sollozo de una mujer, aunque nos volvimos tan vulnerables…
Entraban en las jaulas de maneras distintas, unas veces con instrumentos químicos de tortura, capaces de provocar un sufrimiento extremo sin dejar señal física. Otras, en cambio, nos propinaban una brutal paliza con los puños desnudos, o se entretenían hurgando en nuestras zonas más sensibles con diferentes objetos cortantes y punzantes. A hombres y mujeres, daba iguale, éramos  ultrajados por personas y objetos de diferente sexo y naturaleza, con violencia inusitada en la mayoría de las ocasiones.
Las drogas que nos suministraban hacían que los tiempos entre cada sesión parecieran hacerse eternos, intentaba contabilizar los segundos para no pensar, poner la mente en blanco para huir de las alucinaciones, pero el mínimo crujido me provocaba otra taquicardia, el terror se apoderaba de mi mente y solo sus lamentos y súplicas podían aplacar mi propio miedo.
Confusos dos días de absoluto silencio, solo mi respiración escuchaba.
La última vez que se abrió la puerta, nadie entró. Me acerco tembloroso hasta el final del pasillo y abrió una segunda puerta, una potente luz azulada cegó mis ojos al tiempo que, entre gritos y aplausos, escucho aquella voz femenina dirigirse a mí por megafonía:
Game  over. Congratulations


Quimera


Fractura cualquier dimensión
Has de nuestro amor
lo más universal y dual
Que Dios nos destierre,
Siempre penétrame
para ser eternamente tuya.
En la turbación
entra un juego secreto
en los pensamientos
tu cuerpo fundido al mío
Cópula de mi imaginación.
Has encendido el deseo maldito
que mi cuerpo empieza
a temblar,
Puedo verme en tus ojos
sentir la respiración
llamando a tu sexo
La niebla se esparce
Tu silueta aparece,
La lujuria se engendra
entre mis muslos mojados

Quejido, mi gemido atenuante
en la excitación y al borde
El orgasmo llama la eyaculación.
Tinto veneno
de nuestra pasión
bebiendo de ella en cada sesión,
La fotografía es aún más orgásmica
Limita la censura, cubre la fantasía
que la seducción más abstracta
jamás ha sido fingida
El castigo expandido
por la yema de tus dedos
Conságrame con el pecado
más exhausto y venidero
de la ruptura de tus besos.
Condiciona mi locura
Que el milagro de tenerte
no solo sea un sueño más,
Que al amanecer sean tus brazos
la ropa que me cubra.
Que dormir en tu pecho
sea la caricia más profunda
Imploro tu sudor se interne
por los poros de mi piel
Tu dosis es un misterio
Soy adicta del sexo
que has abierto para mí
entrega divina sensibilidad
y despójame de todo el pudor
Perviérteme sin compasión
Viérteme hasta el fondo
Muerde mi corazón
Hazme agonizar en ti
hasta que la luz se pierda
en una convulsión sin fin.

Piel de porcelana


Sara y su madre paseaban cuando la niña vio en una casa de antigüedades una muñeca de porcelana que le hipnotizo, era diferente a las demás, le faltaba un brazo, pero tenía un vestido hermoso y su cara de porcelana y sus oscuros ojos hicieron que la niña suplicara por esa muñeca.

Sara tenía sólo siete años y medio, pero ella podía tener todo lo que le gustaba gracias a su mirada de pena que les ponía a sus padres. Esa misma noche, la pequeña tuvo dificultades para dormirse ya que sólo pensaba en su futura nueva muñeca. Incluso si tenía un brazo menos, era la muñeca de porcelana más bonita que había visto nunca. Ella tenía muchas, pero esa iba a ser la más bonita de su colección.

A la mañana siguiente, Sara desayunó viendo sus dibujos favoritos, como cada mañana. Había soñado tanto con su muñeca que tenía sueño, estaba cansada y ya no quería esa muñeca. Ya no le gustaba. Así que pasó el día jugando con otras cosas y no le recordó a su madre que tenían que ir a por la muñeca, porque ya no la deseaba.

Llegó la noche y Sara fue a acostarse al piso de arriba. Ella tenía miedo de estar arriba sola, así que su madre subía con ella y se ponía en la habitación de al lado a coser. Una media hora más tarde de haberse acostado, una voz aguda despertó a la niña susurrándole al oído: "Subo 1, 2, 3 escalones..." La pequeña Sara gritó asustada llamando a su madre: "Mamá, hay alguien en la escalera que hace ruido" Su madre la tranquilizó diciendo que no había nada en absoluto. En cuanto la madre abandonó la habitación, Sara volvió a oír ese susurro que le dijo "Subo 4, 5, 6 escalones..." De nuevo Sara llamó a su madre. Su madre le volvió a contestar que se tranquilizara, que sería el ruido del frigorífico.

Pero la pequeña voz continuó subiendo las escaleras: "Subo 7, 8, 9, 10 escalones y ya estoy en el pasillo", repitió la pequeña voz con una risa sarcástica.

A la mañana siguiente, la madre de Sara se sorprendió de despertarse antes de ella. Pero pensó en las dificultades que había tenido para dormirse y pensó que estaría cansada. Pero transcurrida una hora le pareció raro que aún no se hubiera despertado, por lo que subió a ver cómo estaba su hija. La madre gritó con terror viendo a su hija ahogada en su propia sangre y apuñalada más de 17 veces, con el brazo arrancado y viendo a esa pequeña y adorable muñeca de la tienda de antigüedades con el brazo de su hija como sustituto del suyo.

Elevación


Él era erótico, sugestivo, me llevaba a los límites de mi imaginación, provocándome y tentándome entre caricias y besos furtivos presos de una tentación desmedida.

Mi Joss, como solía decirle, me cegaba los ojos entre luces apagadas con el simple roce de su piel, a veces ni me dejaba tocarlo o sentirlo, sólo bastaba con oír su respiración para explotar en una llamarada de deseos sin límite.

Una noche me pidió que lo esperara en el cuarto, que por esa noche dejara que el hiciera lo que quisiera conmigo, pidió que me acueste y que no me mueva si él no me lo pedía y que deje libre mis sentidos con los ojos cerrados hasta llegar al tacto sin que él me lo ordenara

Debo decir que no fueron más de dos minutos los que me dejo esperando, pero parecían horas al no saber lo que vendría en la oscuridad de la habitación.

Comenzó por mis piernas, rozando suavemente mi piel con sus manos, lentamente, marcando su territorio que exploraba para aumentar la dosis de excitación. Él era fuego.

Apretó mis pechos subiendo con su cuerpo lentamente dejando rastro de caricias y su exquisito olor en mi piel, era desorbitante, placentero, sutil, y fuerte.

Me apretaba besando cada espacio de mi cuerpo poco a poco, el tiempo se detenía ante su recorrido, mordía con placer mis tetas mientras agarraba mis manos y las colocaba por encima de mí cabeza para atenuar las dulces caricias en mis brazos para rozar mis costillas con sus labios, para ese momento ya se encontraba encima de mí pero sin dejarse palpar siquiera.

Susurraba a mi oído palabras morbosas, alegándome que le pertenecía, que jamás olvidaría que más que tenerme en ese momento como quería era de él. Él era fuego.

Besaba mi rostro, mis ojos, mi nariz y mis labios sin ningún reparo en estar apresurado, a fuego lento tomaba mis manos y las guiaba a su cuerpo dejándome tocar sólo lo que él deseaba en el momento que él así lo quería, me permitía tomar su espalda, me decía que dejara mis manos abiertas y que no apretara a menos que el así lo ordenara.

Beso mi cuello, haciendo pequeñas succiones en él, marcando territorio, lentamente, tomaba mis manos y las volvía a colocar sobre mi cabeza, besando mis brazos y acariciando mi pecho, luego mi abdomen, mi ombligo y sus manos agarraron el poder suficiente para bajar poco a poco mi ropa interior, dejando al descubierto mi matriz, me encontraba desesperada pero disfrutaba los atributos de sus caricias, más adelante, me quito la única prenda que me protegía de estar totalmente a su merced.

Siguió besándome por alrededor provocándome hasta que baje mis manos para guiar su boca a mi vagina, pero me dijo que no lo tocará, que el sabría que hacer y qué lo único que yo debía hacer era disfrutar. Súbitamente giro encima de mí en un espectacular 69 dejándome sentir el delicioso olor de su sexo cerca de mi rostro, estaba húmeda y muy caliente. Él era fuego.

Comencé a lamer entre ligeros espacios de tiempo alrededor de la cabeza de su mástil,

Pase mi lengua, una, dos y una tercera vez por su glande, empecé a disfrutar de su sabor dejando volar mi mente imaginando lo que vendría. Él era fuego

Mis labios no pudieron continuar la faena puesto que me tenía atónita con todo lo que me hizo, así que la masturbé con mi mano, dejando una vibración constante hasta que lo sentí casi detonar pego más su sexo a mis labios, lo hice gemir y sentí como se descargó en mí, llenando toda mi boca de sus divinos jugos.

Desvaído y bañado en sudor, cayó a plomo. Él era fuego

Pasaron segundos para que se hundiera en mi cuello y yo apretara su cuerpo al mío.

Él era fuego, y se estaba quemando en mis brazos.



Nota: A veces la eternidad dura sólo unos instantes, conviene hacer que valga la pena cada uno de ellos.

Amo bailar, desde niña
Mis movimientos de caderas y mi sonrisa animaban cualquier fiesta
Aplausos y risas incentivo absoluto  a seguir bailando.
Ahora, quizás, no signifique nada
Ante la inmensidad del cielo azul
Y más allá, aunque no vislumbro formas en el espacio
Y me siento inútil, como sin destino;
Igual que un pergamino olvidado
En algún altar de un ritual catorceno.
 Y fuera de una sociedad exánime,
Como aquel que llora la muerte sin conocerla
Y todos siguen el llanto del vivo
Por el que está ausente
Muerdo cada halito de tristeza, por el muerto que vive y no existe,
Por el hombre que inmerso en la putrefacta sociedad
Aun sonríe y baila
Y me pregunto: ¿Por qué cambiar?
Si a las idiotas nos encanta este mundo
Hay una muerta enfrentada con esta carne viva
que piensa y que se estruja, que se cae a pedazos.
Una muerta que divide mi ser en dos mitades
y me dice al oído que más allá no hay nada.
Y baila y llora y baila, baila…


Conciliábulo


Vivo hace tiempo en Londres, adoro esta ciudad.

Un día como de costumbre, estaba con un paciente en mi consulta, era el último, ya era tarde y realmente me sentía agotada. Cuando se fue, mi secretaria entro, me encontró sentada delante de mi mesa con los codos apoyados y las manos en la cabeza.

_ ya vete Kay, es tarde, yo me quedare acomodando papeles pero no tardare en retirarme, nos vemos mañana, ve con cuidado

Mi secretaria siempre tenía razón.

Medio dormida cogí mi abrigo y cerré la puerta. Al salir a la calle, el frío nocturno recorrió mis huesos y me hizo temblar todo el cuerpo. La niebla todavía no era densa y la visión era buena. Aunque Londres era la ciudad con más habitantes del mundo, en el barrio parecía que habían desaparecidos todos, no había ni un alma. Mi pequeña vivienda estaba a seis calles.

El barrio, era un gigantesco laberinto de callejuelas, en cuyas fachadas de las casas se veía la miserable pobreza que sufrían. Caminado…………… pensando en mi vida, junto al frió alojado en mi cuerpo intente solucionar mi situación. Al girar una calle, me pare bruscamente, al observar una figura humana con una capa con gorro, que estaba de espaldas a mí. Mi corazón se asustó y mis temblores ya no eran del frió si no de miedo. La sombra era semitransparente y se deslizaba sigilosamente sin tocar el suelo. Asustada me apoyo en la pared de la esquina para que no me viera. Pero la figura se paró…..su cara giro hacia atrás, se quedó unos segundo sin moverse, levanto su mano izquierda, he hizo una señal para que le siguiera. No me pudo mover aunque quisiera, mis piernas se bloquearon y no tenía señal desde mi cerebro. La sombra continuo su aterrador camino, hacia algún destino tenebroso. Estuve un rato en la misma posición, hasta que mi cuerpo se despertó del bloqueo. Asustada y observando a mi alrededor llegué a mi casa. La noche fue larga, durmiendo por momentos y acompañadas de pesadillas. El día amaneció triste y oscuro. Como casi todos los días. Hoy sería un día diferente a los otros. Llegué tarde, mi secretaria ya había abierto la consulta.

.-Ya tenemos más de cinco pacientes esperando en la sala

El día transcurrió normal. El último paciente del día salió por la puerta.-te tendrías que tomar vacaciones y descansar unos días.

-Quizás tengas razón, estoy agotada y no dejo de pensar en mi vida. Un día de estos pondré un cartel en la puerta, que ponga cerrado por vacaciones en busca de mi vida, riendo comente, nos reímos las dos. Estuve esperando en la silla, hasta la misma hora de la que salí ayer.

Tenía curiosidad por verla otra vez. Aunque mis sentimientos, eran de temor hacia algo desconocido. Mi personalidad y mi carácter que tengo me hacían ser valiente.

Hasta esa noche.

Salí por la puerta a la misma hora, e hice el mismo recorrido. Cuando llegué a la esquina, asome la cabeza, pero no había nadie, espere unos minutos. Seguía sin aparecer nadie. Me dispuse a dar el primer paso para irme. Pero de la esquina de la calle surgió la figura, se quedó allí quieta y mirándome. Mi corazón se aceleró. La figura me hizo una señal para que fuera……..No dude y me dispuse a seguirla. La sombra había girado la calle. Avive el paso, y legué a la esquina. Era una callejuela sin salida y no había nadie, me adentre en la calle. Me pare. Y note una presencia detrás de mí. Me gire. Allí estaba. Su cara semitransparente era la de un hombre, sonreía. Me sobrecogí al mismo tiempo que mi cuerpo empezó a temblar. Estuvimos un rato mirándonos. De mi boca salió unas palabras desgarradas por el miedo.- ¿Que quiere de mí? No hubo contestación, su sonrisa era mayor. Velozmente y con un chillido agudo, se introdujo en mi cuerpo. Caí al suelo, me entraron convulsiones mientras gritaba y pataleaba en el adoquinado. Sentí un escalofrió terrorífico por mi cuerpo, mi mente se quedó en negro, sentí como la muerte circulaba por todas mis venas, dejándolas vacías de vida, alcanzando hasta lo más profundo de mi alma. Paso velozmente una luz cegadora dentro de mí. Mi respiración jadeante se entrecortaba con mis gritos de angustia, sin sentir ningún dolor. Finalmente salió de mi cuerpo con un chillido aún más atroz. Me quede inerte en el suelo, con los ojos en blanco. Me sentía vacía y al mismo tiempo viva. La figura me miro, su cara reflejaba felicidad. Alzo la mano y me saludo. Lo veía borroso. Estaba agotada. Me dijo adiós con la mano, y se deslizo entre la oscuridad de la noche. Tambaleándome me incorpore, me sentía extraña, como si se hubiera llevado algo del interior de mi cuerpo. Enseguida me repuse, me encontraba vigorosa. Me dirigí hacia mi casa, preguntándome, que es lo que me había sucedido, tenía miedo de mi misma. Llegue a casa, me encontraba muy nerviosa y mi cuerpo no paraba de temblar. Intente dormir, y tuve pesadillas horribles…………Por la mañana estaba eufórica, contenta y feliz. Me fui a trabajar. En la puerta estaba mi secretaria…

_Hola Kay, te encuentro radiante, que es lo te paso anoche, para llegar de esta manera

No tenía respuesta a ello, me sentía bien, pero por las noches tenia pesadillas. Mi entusiasmo y felicidad iba decayendo, hasta encontrarme cansada, sin ganas de hacer nada, mi personalidad cambio por completo, mi vida se iba apagando poco a poco.

Una noche inconscientemente, me vestí, cogí un cuchillo de la cocina y salí a deambular por las oscuras calles, sin ningún destino y sin saber que es lo que andaba buscando. Sentía una necesidad inexplicable dentro de mi cuerpo, que pronto descubriría. Vi un hombre de avanzada edad, que se dirigía hacia mí, mi corazón empezó a latir fuertemente, mi mente se quedó en blanco y seguía órdenes de algo sobrenatural. Me acerque a él, le di las buenas noches, el hombre desconfiado y perplejo, me saludo. Al mismo tiempo que saque el cuchillo de mi bolsillo, le agarre la cabeza con la mano izquierda y le desgarre la garganta, sentí la carne como deslizaba en el filo del cuchillo. Empezó a brotar sangre, se puso las manos en la garganta intentando impedir que la sangre saliera de su vida. Agonizando e intentando de gritar, sin conseguir que de su garganta rota saliera ni si quiera un grito desolador. Actué rápido y me introduje en su cuerpo en busca de una luz que se extinguiría en pocos segundos. La vi y la absorbí, Salí de su cuerpo, y es cuando el agonizante hombre dejo de vivir. Llegue a mi casa, me sentía mucho mejor, pero al mismo tiempo mi preocupación era horrible. Llegue a la conclusión de que para poder vivir tenía que matar, y desposeer sus almas. Estuve meses en esta situación tan horrible. Mataba solo cuando necesitaba vida. Deje el trabajo y mi vida era insoportable. Una noche pensé en la figura, que sería ella la quien me pudiera ayudar, mi mente intentaba comunicarse con ella, para poder verla. Esa noche salí al acecho de una nueva víctima, porque me falta vida. Pero para mi sorpresa me encontré con la figura. Nos miramos y le dije:-no quiero vivir así, no quiero seguir matando.

Se me quedo mirando, con una sonrisa irónica y diabólica a la vez, que me hizo estremecer de terror.

-No puedes cambiar el destino. Me dijo con una voz increíblemente serena y prosiguió

-Tú matas a las personas que tienen que morir. porque es su destino, eres tu quien las eliges, para tu poder seguir viviendo.

-¡nooooooo! no quiero continuar con esto, que debo hacer para dejar de matar.

-nada, no puedes hacer nada.

Su risa diabólica entre por mis oídos, como si la muerte llegara para llevarme con ella.

-tienes dos elecciones, primera es matarte, a si quedas libre, y tu alma me pertenecerá. Y la segunda es entrar dentro de mí, buscar tu alma. Cuando la poseas, saldrás y tu vida será insoportable, sin que tengas que matar. Elige la mejor opción, porque el destino ya lo tienes escrito. Y no podrás cambiarlo.

Me dejo desconcertada, pero no dude en introducirme en su cuerpo en busca de mi alma. Habían cientos de almas, vi una que brillaba con más intensidad y la absorbí, pero no sucedía nada…espere…Me encontraba atrapada dentro de su cuerpo. Como me podía haber fiado de un diablo de almas perdidas. Mientras la figura se deslizaba por la tenebrosa oscuridad y su sonrisa triunfal se oía a muerte, yo desvanecía en su interior convirtiéndome en una luz más. Y se reía…se reía… de mí.
Recelo
Encorvado bajo un manto de invisibilidad observa el esperpento
No habla, no respira, intenta no ser descubierto.
Tan solo el bombeo agitado de su corazón lo delata.
No puede pararlo, golpea fuerte en su pecho…siente miedo.
El aislado esperpento, curtido en mil batallas victoriosas, ahora camuflado tras la vegetación
Observa y calla, no quiere ser descubierto.
Mira como la sirena sentada a la orilla canta y peina sus cabellos.
Su canto le cautiva y por ello la teme.
Algo malvado tiene que tener ese cantar que lo convierte en débil.
Ella sabe que él está ahí, los latidos de su corazón suenan acompasados por el cantar de ella.
Sólo cuando el esperpento venza a su propio miedo podrá salir del escondite en que se halla e ir con ella al agua.
Mientras tanto, sonará esa cautivadora melodía.

Un Pasado

Un pasado y una infancia
ciegos de recuerdos mas oscuros que brillantes
golpeados por la impotencia
de un alma pura que con el tiempo se marchito,
al igual que una flor.
y sus lagrimas corrían
Maldito amor que muere,
somos nosotros mismos.

Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desapareces un día?

En tiempo de crisis...


En su despacho bien decorado el dueño de la importante empresa se dispone a recibir a un postulante para puesto vacante

-Hola buenas tardes, pase, pase. Según su curriculum habla usted varios idiomas. ¿Es eso correcto?

-Sí. De hecho, domino todos los idiomas de la Tierra a nivel nativo y también me defiendo bastante bien con el resto de lenguajes de la galaxia.

Aquí me encuentro, ante ustedes, gracias por la generosidad de venir, habíamos colocado veinte sillas, nos quedamos cortos, ustedes tres pueden sentarse por  aquí.
Hoy quiero hablarles del amor, aclaro que soy muy contradictoria, dicho esto dire que el amor no se dice, se hace.
El amor, vive en el mundo real  y en el de los sueños
Hay amores falsos: Voy a meter tu opinión en mi cuenta del banco para ver si en unos años me genera algún interés.
Era demasiado y agotador el tiempo, terapias de pareja, fortunas en esas absurdas consultas, y realmente nuestra relación, no tena remedio.
Nada tiene solución a no ser que muera.
_ El más fuerte veneno para ratas que tengas.
Fue mi pedido, me lo dieron, lo tome y  decidida partí.
Me dirigí a otro lugar, indecisión o como quieras pero compre  un antídoto
Llego la hora de la cena, nunca fui buena en esto de las artes culinarias, así que pediremos algo. Algo especial. Argumenté confusa y estúpida que deseaba una velada tranquila para hablar despojados de odios, noche sin afrentas, apuntando a ganarnos mutuamente moléculas de confianza.
Me comento que tenía  ochenta y seis años… No parece, parece mucho menos, será que lo mantiene más joven el enorme compromiso de cuidar de ella, algo que se procuró él solito, nadie le mandó esperarla, aguardar que ella gastara su juventud, su hermosura, hiciera realidad o al menos lo intentara, sus sueños… Cuando era casi una niña él ya era mozo, verla y enamorarse, fue todo uno. Nada, ninguna oportunidad ni una sola ilusión le era posible, pero igual soñaba con ella… Ángela  jugaba con todos los que se acercaban a su vida.
Amaba un día a uno y el siguiente a otro, nadie dejaba de notar su maravillosa belleza digna de una princesa de otro siglo, nadie dejaba de caer en las redes de su esplendor. Hasta el más osado y galante quería llegar a ella y terminaba enamorándose perdidamente… Aun cuando hubiese llegado allí sólo probando su fama de encantadora de hombres, tratando de burlar dicha fama…inevitablemente caía en sus redes, sin más…
Aun  no me dijiste tu nombre y yo no he parado de hablar toda la noche.
-“Soy Ignacio, me dicen Nacho, soy médico residente. Es la primera vez que vengo acá y para mi buena suerte, estás vos ahora conmigo, tenes una sonrisa preciosa...”-
Kay sonrió y mojándose los labios le dio un último trago a su cerveza, no dijo nada, solo lo observaba, se acomodaba el cabello y cruzaba la pierna.
-“¿tenes novio?”-
-Sí, bueno de momento  si, llevo cuatro años con él, hace unos días pasamos por esas crisis, nada para asustarse
-“¿y dónde está ahora?”-
-Trabajando supongo, tiene que terminar un proyecto, es Arquitecto-
-“interesante”-
-Aburrido diría yo, es como si ya no existiera…
-“¿pero cómo?”-
-Está tan preocupado por sus cosas que a mí no me pone la atención de antes.

Tan mío


Desde tu mundo en diagonal al mío
Tus largos brazos me rodean,
Mi cabello se enamora de tus hombros;
Lentas palabras de consuelo caen sobre mí,
Sin embargo mi corazón no tiene descanso.


Porque sólo una cosa trémula queda de mí,
Que jamás podrá ser algo,
Salvo un pájaro de alas rotas
Huyendo en vano de vos.


No puedo darte el amor
Que ya no es mío,
El amor que me golpeó y derribó
Sobre la nieve cegadora.


Sólo puedo darte un corazón herido
Y unos ojos agotados por el dolor,
Una boca perdida no puede sonreír,
Y tal vez ya nunca vuelva a reír.


Pero rodéame con tus brazos, delirante amante oscuro
Hasta que el sueño me arrebate;
Entonces déjame, no digas adiós,
Salvo si despierto, envuelta en llanto.
diós 

Me miro al espejo, y veo lo que te gusta

 Me he puesto jeans gastado y una musculosa blanca

 Mi alborotado pelo, ansia seducirte una vez mas

Deliño mis ojos y dejo dos escarabajos raros en mis pupilas.

Porque voy a verte.

 Porque voy a verte, aun sabiendo que me llenaras de escusas
Sé que todo va a ocurrir.

 Rodará un llanto negro por mi mejilla.

La nombrarás para sentirte menos culpable.

 Hablarás de ella, de sus años de fervor y entrega,

 Y de las tranquilas paredes de tu casa,

 Sacudidas por las pequeñas manchas que le

 Hicieron las manos de tus hijos.


 Hablarás también de ellos.
 Dirás sus nombres con voz trémula, y yo...

me enterneceré y los acunaré en mi mente….

como si me pertenecieran.

 Es “tu yo pecador” hablarme de eso,

 Después de haber soltado amarras, después

 de haber viajado conmigo, entre tus brazos,

 por un mar de ángeles sentenciosos y risas

 asfixiadas por tus besos y vientos de fuego
 quemándose en la sencilla  y honda

 ceremonia de la pasión y el estremecimiento.

Cuando me confesaste que no eras libre, ya estaba

enamorada de ti, hasta los huesos

Sentí que el universo se vaciaba y me tragaba

 en sucesivos terremotos,

Que me hundía buscando donde apoyar los pies.

 Pero te quiero, dijiste.

 Y la tierra volvió bajo mis pies,

 Se cerraron las grietas, se soldaron los abismos,

 Todas las cosas volvieron a su lugar.

 Me convertí en una autómata.

 Pero te quiero
….
Me colgué de esas tres palabras para no morir.

 Entonces comenzó la ansiedad de nuestros encuentros.

 Empezaste a nombrarla cada vez, a amarla para mí,

 Para que supiera sus colores, sus actos,

 su forma de pensar..

Tan distinta a mí. Tan distinta de ti,

 Y sin embargo…teniéndote.

 Porque tu sabías que era ella y no yo

 quien te tenía.

 Y yo lo fui sabiendo sin querer, sin proponerme saber,

 Lo fui sabiendo día a día, y fui ocultándotelo

con miedo a que lo advirtieras.

 Mientras no lo supieras, me albergarías en un

rincón de tu ser y de tu mente, y seguirías

pensando que yo era tu motor, que yo era

 la corriente de luz que te impulsaba,

 tu oasis, tu huerto, engalanado de frutos para

 el hambre, y arroyos para la sed.

 Egoísta, aferrada, empecinada, recortándote con

 el filoso cuchillo de la posesión, recortándote en tu

 estampa familiar en las que ellos te rodeaban,

 para alargar mi agonía.

¿En qué momento descubre el árbol que su verdad

es la raíz y no el libre ramaje que lo acerca al cielo

 o lo agita en el aire?

 Era lo inevitable, lo esperado con miedo,

 Lo presentido, eran los fantasmas corporizándose.

 Me llamaste con una voz triste, pero segura y firme:-
Tengo que hablar contigo, por última vez…

Mañana…

Y hoy es mañana.
Rodará ese maldito llanto negro por mi mejilla…

En el momento del adiós.

 Rodará una sola lágrima por tu mejilla en el momento

 de la verdad.

 ¿Por qué entonces este afán de gustarte?

y nunca más, nunca más, volveré a verte,

Voy al entierro de mi luz y me ilumino.

Voy al martirio y río.

Azucaro el café, lo siento amargo.

 Tiemblo, te quiero.

Voy a evitarte una tortura.

 Voy a hacer algo, por el amor que me recorre,

 que me aprieta, al límite del olvido.

 Llamo al camarero, pago mi café.

 Huyo, huyo de este lugar y del encuentro.

 Me esperarás en vano. No verás mis ojos mojados.

 No tendrás que decirme tu discurso de despedida.

 No responderé tus llamados, si me llamas.

 Ya ves, te facilito tu tarea.

Evito que te conviertas en mi verdugo.

 No es un acto de arrojo solamente;

 es una forma de inventarme la manera de creer

 que estarías sereno y duro

y tus ojos permanecerían secos

Sería la muerte verdadera….así…

¿Y esto es dignidad?

Intimo


Me dirijo hacia mi cuarto, enciendo la lámpara pequeña, me deslizo en la tibieza de las mantas.

Intento, pero no me atrevo a volver a leer ese libro, ese ángel despeinado e invertido que llego volando desde España soltado por las manos de un tal Joker. Intento dormir

Y…repentinamente una mano fría, inusual y desprovista de todo calor humano, como si fuera una punzada eléctrica, se posa en mi hombro; en un sobresalto, abro los ojos…estremecida, para barruntar qué es esto que quiere aniquilarme el sueño…

Así veo una penumbra, de silueta negra vestida de una capa nubosa me está mirando, quebrando el hielo que se apodera de mi sangre, diciéndome sin ninguna cortesía de presentación con una voz helada y áspera:

_ ¡Kay! Prepárate ya es el momento, es tiempo de echarte en mis brazos y compenetrarte en mí porque ahora tú me perteneces.

_ ¡Pero qué diablos es esto!.. ¿Quién eres tú?

_ ¡Soy tu identidad!

_ ¡Identidad! Y…

Aquello prosiguió diciendo:

_Soy tu identidad, la que se apodera de corazones rotos y torcidos para engrosarme; extendiendo más mis cavernas; arrojando tú capa melancólica oscureciendo los huertos fértiles y primaverales de los corazones quietos.

_ ¡Te confundes! mi corazón está lleno de luz, quizás no es a mí a quien buscas

Así una mueca de santa picardía se traza en su cara áspera y dice…

_ Soy tu identidad capaz de obstaculizar tu propagación que es la mía, alabada por muchos poetas, yo soy la realidad y el deseo; y los mejores versos salieron de mi pluma que ensimismada sostenías al escribir tu verdad solitaria, transparente pasión que es también mi soledad de siempre.

Y… de repente un efluvio de luz brota de la sombra misma hilvanada y deslizada ya por debajo de la capa nubosa de mi identidad, que ésta me está mirando inquieta y torcida ante esta visión.

Y entonces pasa, que ya no estamos solo mi identidad y yo. Apenas si puedo entreabrir mis ojos ante tanta luminiscencia. Cautelosa pregunto…

_ ¿Quién se supone que eres tú?

_ ¡Kay, soy tu identidad! Esta que alcanzas por la fuerza de la intención pura de mi noble corazón que es el tuyo.

Un silencio quieto se arroja en mi cuarto.

Cierro fuerte los ojos, los puños, bajo la cabeza y susurro…

­_ Nada de esto está sucediendo, tengo que despertar. ¡¿Porque volví a abrir aquel libro?!

Abro despacito mis ojos y ahí están, sentadas las dos a los pies de mi cama.

_ ¡Kay! Por ti y por esta intensa identidad lo fuiste a buscar un día… ¿lo recuerdas?

Al momento la otra también se pronunció…

_ ¡Kay! Por ti y por esta trashumante identidad lo dejaste partir, solo mírate, tus nublados ojos no lo olvidan.

No sentía fuerzas para soportar mi ignorancia resignada,

Enajenada vida y espíritu.

Una de ellas, la primera en llegar dijo apesadumbrada

_Kay me siento cansada de estar cansada y…

La segunda en llegar súbitamente declaro

-¡Kay, cuanto más pura es la intención más luminoso es el resultado del decir!


El cielo rojo abría hacia lo lejos, ya no estaba mi identidad ni mi otra identidad, solo yo.

Tome el libro en mis manos, lo abrí, y pausadamente leí…

“Muchas veces el mejor manicomio es encerrarse en un abrazo”

Sobreviví.
Tac-Tic

Eva perdió una importante entrevista de trabajo,  su reloj le devolvió la hora equivocada. Tenía tanta bronca que arrojo el reloj al piso y lo piso insultándolo ente dientes.
Alicia, distraída como siempre, se sorprendió al ver un reloj destrozado, lo recogió, busco hasta las partes pequeñas que estaban desparramadas por doquier, lo llevó a su casa y poco a poco lo fue reconstruyendo, armando algunas partes complicadas de su extraño mecanismo, él no se resistía. Un día, finalmente, dio por terminado su arreglo, lo que no pudo repararle nunca fue su marcha, inevitablemente retrasaba la hora, con  paciencia, volvía a acomodarlo pero volvía a retrasar los minutos. Finalmente, lo olvidó  en un cajón de su mesita de noche calificándolo de vencido.
María José ni sabía que lo tenía, cuando compró la pequeña mesa de segunda mano, en una subasta, estaba dentro de un cajón, lo arrumbó junto con otras cosas viejas  calificándolo de obsoleto.

 Bueno se los contare… ahora yo lo tengo y ha andado tanto hacia atrás que he nacido de nuevo varias vidas, no me atrevo a calificarlo, temo que se dé cuenta de su valor y se marche con otra a  vivir en otros tiempos.

Indefinido, y eterno
Circundar mi ser y cuerpo
Con las ansias de algo más.
Himno colorido de encanto
Silencio mágico en mis oídos,
Escalofrío divino
Cadena de acero,
Y como cuchillo
Un bisturí que traspasa la piel
hasta llegar al dador de vida siempre agitado.

Cuando se ubica,
Adorna de pasiones y de versos
mi más próxima y antigua desolación,
Mientras me llena de besos tácitos por doquier.
Su sonrisa me cautiva,
su alma estática me llama
Y siempre está ahí, mirándome,
-aunque sus ojos no me puedan ver-.

Las olas se estremecen,
Yo río a carcajadas
y me lleno de alegría
al notar mi alma exacerbada
Se me agotan los sentidos para razonar
pero gano al mirar con el ojo de la verdad
de todo esto que ocurre a mí alrededor.

Soy tan libre en esos momentos
que siento que puedo querer
Mi completo espacio de paradojas,
Porque sucede que luego de tararear me siento

dentro de mí
Del brazo de su padre, a paso lento, entró por las puertas de la iglesia y empezó a marchar por el pasillo central, su blanco y puro vestido de novia, que, según su novio, representaba su alma, empezó a teñirse de negro, poco a poco, paso a paso, revelando su oscuro y promiscuo pasado.

En los hospitales siempre hace frío.

Estaba en coma, aun así podía escuchar  las voces de mis familiares, angustiados. Algunos ya llorando mi muerte. Otros decían que en ese estado, era lo mejor que podía pasarme. Que seguro iría a un lugar mejor.
No era así, ni mejor ni peor, sino más bien uno paralelo. No había cielo, ni infierno. Yo permanecía aquí, como todos
El plano de existencia en el que vivían los difuntos apenas se rozaba con el de los vivos, y cuando lo hacía, en lugares muy concretos, los vivos notaban ese escalofrío tan característico que siempre salía en los cuentos de terror. Y hacía frío. Siempre que los dos planos de existencia se rozaban, hacía frío.

Tarde un tiempo en volver del lugar donde había fallecido. Todos lo hacían, antes o después. La curiosidad les podía, a pesar de estar muertos y no tener ya preocupaciones o anhelos terrenales.
Todo parecía normal en aquella pequeña casa de alquiler que habitaban hacia poco más de un mes.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que Claudia mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Los rasguños en la cama no son tan inhabituales ¿no? Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también, que no estamos solos".
Claudia vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el baño, y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes, comenzaron a salir de debajo de la cama.
Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron.
Claudia las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía?
Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas. La chica notó esa fuerza en puñetazos y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes... Gritó, y su marido se cortó con la gillette. Cuando él iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe.
Claudia sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque en qué comisaría iban a escuchar semejante historia sin echarse a reír.
Tratamientos psicológicos y psiquiátricos, calmaron las inquietudes mentales de Claudia, mas no volvieron a aquella casa. Una tía les dejo su piso que estaba deshabitado hacía ya tiempo
La pareja tuvo un niño, hermoso y muy deseado.
Una noche Claudia y su marido se acostaron como de costumbre. Él se durmió rápidamente, ella tenía el sueño más flojo, de modo que cuando empezaron los arañazos ella los oyó y se puso alerta.
Lo primero que pensó al oír ruidos que no supo identificar debido al miedo, fue que habían entrado ladrones en la casa. Despertó a su marido sin abrir siquiera la luz y le pidió que escuchara y mirara a ver si había entrado alguien al hogar.
Él se despertó, escuchó y dijo: "Son arañazos, será el perro".
Si apenas hacer movimiento encendieron la luz y vieron al animal dormido a los pies de la cama. No había sido él. Volvieron a apagar la luz pero esta vez se reanudaron los arañazos, y cada vez parecía más claro que se estaban haciendo en la puerta cerrada de la habitación.
El trato de calmar a Claudia diciendo que igual era un ratón, y que si era así, lo pillaría, porque los ratones, al ver una luz, se quedaban inmóviles momentáneamente. Y lo hizo, pero la luz demostró que allí no había ratones. Despertaron al perro, que se puso nervioso.
Volvieron a hacer otra prueba y cada vez que apagaban la luz se escuchaban los rasguños sobre la madera de la puerta. Los dos aferrados y muertos de miedo se acercaron a la puerta, miraron a ambos lados. Nada.
Se dirigieron al comedor, pensaban en su hijo que estaba durmiendo, no querían que se despertaran e intentaron caminar en silencio.
Súbitamente Claudia tuvo un pálpito.
- ¿Qué día es hoy?  Pregunto a su marido
Él le dijo la fecha exacta.
- ¡Hoy hace un año de las luces, las luces! -Exclamó ella.
El resto de la noche no se escuchó ni un rasguño más.
Claudia no logro dormir, daba vueltas en la cama, se sentía aterrada.
Agotada quedo dormida, y sobresaltada despertó al escuchar una voz.
Sugestionada llamo a su marido, este hizo caso omiso, ella se levantó y se dirigió por el pasillo a la habitación del niño y esta vez notó que la voz estaba "pegada" a su oído. No tenía claro si se trataba  de una voz femenina o masculina pero lo que sí tenía claro era que lo había oído lo suficientemente fuerte como para arrancarla de sus pensamientos.
Entro a la habitación de su hijo y aterrada empezó a gritar, el niño levitaba en su cama con los ojos abiertos, rodeado de luces  blancas azuladas y brillantes.
Claudia gritó hasta quedarse afónica "amor llama a la policía". Cuando llegó la policía, uno de los oficiales que entró tuvo que salir a vomitar.
Madre e hijo estaban muertos, había sangre por todas partes y un olor putrefacto...
El marido de Claudia se mecía aferrando a su hijo, mientras uno de los oficiales le coloco unas esposas y lo subió al móvil policial.

Lo acusaron de asesinato, su condena fue perpetua.
Mojados

Despójame de mis carnes hasta el punto en que puedas ver mi alma.
Trátame como a una bestia, sin delicadeza y con furia…
Aparta el agua de mi boca y conviértete tú en agua.
Hazme adicta a tu carne y déjame devorarte como una loba hambrienta.
Dirígete a mí con sonidos, ya que las palabras no serán suficientes.
Apriétame fuerte, como si reventar mis órganos quisieras.
Hala mis cabellos hasta el cielo y arráncame un grito de la garganta.
Desliza tus garras por mi espalda y como los pájaros en la selva cantan, canta.
Ata mis manos con cadenas para que no sean ellas las que te maten.
Para esperarte mientras te vengas y yo venirme sobre tus linajes… y
Que la lluvia nos humedezca y nos mojemos sólo lo necesario.
Que el tiempo pierda sentido y que la muerte muerda nuestros labios….
Que nuestros instintos sean nuestra razón.
Perfora mi pecho en un acto GROTESCO
Y arranca sin pensarlo mi corazón.


Era una sugestiva noche de verano, soplaba una cálida brisa. En el chiringuito de la playa sonaban mil músicas del mundo. Mil canciones, una detrás de otra. Había mucha gente, pero para mí solo estaba él. Oía muchas voces, pero sólo podía oír mi corazón latiendo a mil por hora. La noche olía a salitre y a mar. Pero sólo me importaba el olor de su cuerpo y de su sudor. Su olor era puro veneno, del bueno, si es que hay veneno bueno. De ese veneno que arrastra, que seduce, hipnotiza y envuelve. Ese olor que me volvía loca. No podía apartar mis ojos de él. No podía, ni quería.
La melodía nos hablaba, nos batía en duelo y nos retaba a buscarnos, a encontrarnos. Y nos tropezamos. Nuestros primeros besos, nuestros primeros bailes. Pegados, muy pegados. Mi débil cuerpo ya temblaba.
“Escapémonos de aquí” me dijo bajito al oído. No dije nada, mi silencio habló por mí. Cogí su mano y desaparecimos juntos. Sin mirar atrás. Caminamos por la orilla, hasta llegar a un alejado rincón de la playa en el que no había nadie.
En silencio, yo me recreaba acariciando sus dedos, sus nudillos. Sus manos, grandes, suaves y fuertes me tocaban como nadie hasta ahora. Como nadie lo haría a partir de entonces. Me sentía a salvo prendida a ellas. Sentía su piel, erizándoseme todo el vello, estremeciéndose toda mi piel. Y mi respiración se entrecortaba y como sin querer detuvo el paso y me besó. Yo cerré los ojos, disfrutando de mis labios pegados a los suyos. Bebiendo de su boca, sintiendo su aliento caliente y cercano. Estaba en el cielo. Sin remedio, sin control, loca por él.
Nuestras lenguas se deseaban. Se entrelazaban. Nuestras bocas rugían, mordiscos locos, intercambio de salivas sedientas de más, sedientos el uno del otro.
De pie, a su lado, mi piel ardía y mi corazón latía con furia. Yo crepitaba de deseo de pasar la noche, la vida, junto a él. Respiraba suave y profundo, para olerle de arriba abajo, cada milímetro de ese cuerpo que ya deseaba mío.
 Me tomó por la cintura y apretó mis nalgas hacia él. Dulcemente me desvistió mientras yo le quitaba la camiseta. Y mientras, más besos, más caricias, lamiéndonos sin parar, tocándonos por todas partes. Arriba, abajo, adentro. Más adentro.
La música, aún de lejos, nos contagiaba su ritmo, nos brindaba la mano para que nos rebelásemos. Una lucha cara a cara, un combate cuerpo a cuerpo. Una batalla sin perdedores.
De nuevo le besé, como si me fuera la vida en ello, volviéndome loca de ternura. La cara, el cuello, el vello de su pecho, sus axilas, sus pezones y descendí deseosa y decidida por su vientre hasta su ombligo. Mordí sus labios como si fuera mi último cartucho. Sin querer, los hice sangrar. Seguí bajando hasta el borde de sus pantalones. Notaba como su sexo crecía. Lo palpe, lo apreté, lo mordisqueé. Su pene cada vez más erguido, mi sexo empapado. Ansiosa de nuevo, más sedienta que nunca. Lo deseaba, más que nada. Su sexo creciente, duro, grande y cálido. Impaciente desabroché el cinturón, los botones, todo aquello que ya me sobraba, y sus pantalones, a punto de estallar, cayeron al suelo.
Desnudos, ya no había sitio para las vergüenzas, las fronteras.
Me acerqué despacio y admire su órgano viril, poderoso y precioso. La acaricié con mis manos, la recorrí entera, entreteniéndome en ella. Mi nariz estaba celosa y me acerqué más aun para oler su esencia, profundamente. Loca, ese olor me volvía loca. Abrí la boca, acerqué mis labios a su sexo y le lamí. Y seguí, no podía detenerme. Besos tiernos dulces, mojados de arriba abajo. Lo mordisqueé despacio. Quería todo su pene para mí, lo lamí entero, mojado con mi saliva sedienta de él.
Él no se aguantaba las ganas, gemidos contenidos. Yo jadeaba, a punto de asfixiarme. Volvió a cogerme de la mano y andamos hasta la orilla. Me acercó a él, y yo me apreté contra él con todas mis fuerzas. Me cogió en brazos y con mis piernas enredadas en sus caderas, juntos nos metimos en el agua de esa playa que ya había visto demasiado.
De nuevo besos enamorados, salivas sedientas y nuestras bocas enloquecidas. Mi lengua enamorada de la suya y la suya entregada a la mía. Nuestros cuerpos mojados, pegados, resbalando el uno junto al otro. Ardiendo y sudando sin lágrimas.
Gemidos de placer, jadeos de gloria. Los dos incapaces de separarnos. Encadenados, ojalá de por vida, a ese momento único. Continuó acariciando todo mi cuerpo. Abrazándolo con fuerza, envolviéndome en sus brazos.
Cómo sentía el olor de su aliento, el calor de su cuerpo, el roce de su pene, hambriento e irresistible. Impregnada ya de su olor, su sabor. Ya era una adicta a su cuerpo.
De nuevo estremecí cuando su sexo se acercó al mío. Uno buscando al otro, sin contenciones, sin timideces. Me retorcía de un dolor excitante, cada vez más intenso, cada vez más salvaje. Inevitable desenlace. Lento, pero poderoso. Audaz, pero delicado. Sin pedir permiso, abrió las puertas del delirio, entró en el país de las maravillas. Mi sexo, ansioso, lo recibió. Sólo quería tenerle dentro de mí. Puro deseo de poseerle.
Yo grito cada vez más. Entra y sale. Va y viene. Suave, dulce, suave. Luego con fuerza. Sus embestidas son tiernas, pero decididas, implacables. Mi sexo loco, aún más mojado. Ya no se contiene. Atraigo su pene hacia mí para que me llene y me inunde toda. Sólo quiero sentirlo dentro.
Y se perdió muy adentro. Lo sentí en mis entrañas. Hasta tragarme mi deseo…y el suyo.




¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo llevo caminando? Supongo que bastante. No reconozco ninguno de los lugares por los que he pasado, no sé en donde estoy ni hacia donde me dirijo, en el camino no hay nadie más que mi soledad y yo. Aquel fulgor espectral de la luna es mi única guía, el continuo silbido del viento y esa espesa niebla que reposa sobre los alrededores parece nunca terminar, todo es tan tétrico y deprimente, así como me encontraba yo, tal parecía que alguien hubiese plasmado mis sentimientos en aquel panorama. Trato de poner en orden mis pensamientos, tratando de encontrar una razón por la que he llegado hasta aquí. Me remonto a días anteriores y solo puedo recordar dolor y tristeza, aquella infinita depresión que parecía acecharme como un fantasma, y aún permanece conmigo. Me ha seguido casi desde que tengo uso de razón, ha vivido conmigo tanto tiempo que me ha hecho cometer incontables y fallidos intentos de suicidio, me ha traído lágrimas, fracasos en todos los aspectos, y sobre todo mucha soledad, y ahora, a 38 años me ha apartado del mundo, porque él me desprecia tanto como yo a él, y me he quedado solamente con mis pensamientos destructivos y mi eterno odio. Pero aún no he hallado respuesta a mi pregunta ¿Qué hago sola caminando aquí? La falta de compañía no es nada nuevo para mí, pero el hecho de deambular en un paraje como este es todo un enigma para mí. Por alguna razón no me puedo detener, simplemente continuo caminando, aunque no me siento cansada, Observo a mi alrededor y solo escucho aullidos de perros, y el pululo de un búho, supongo que debe de ser una noche fría por el vaho que exhalo, pero no parece afectarme. Vuelvo a enfrascarme en mis pensamientos, pienso un poco en lo que será de mí, en lo que haré a futuro, en metas y logros y todas estas estupideces que jamás me han interesado, tal vez no todo este perdido, es decir, tal vez aun haya oportunidad de redimirme un poco, mejorar algunas cosas, y quien sabe tal vez hasta rehacer de nuevo mi vida. Expreso una ligera sonrisa, ¿en que estoy pensando? 38 años de vida desperdiciada no se pueden arreglar así simplemente, todo lo malo y negativo estaba demasiado arraigado como para desaparecerlo simplemente. ¿O tal vez no? Quien sabe, podría funcionar, podría intentarlo en cuanto regrese a casa, ¡a casa! súbitamente recuerdo que sigo deambulando en un lugar desconocido, y probablemente muy lejos de mi hogar al darme cuenta noto que estoy entrando a una especie jardín enorme o algo por el estilo. Noto unas rocas enormes o monumentos alrededor pero no alcanzo a distinguirlos por la niebla, después de atravesar el lugar casi por completo veo que me aproximo a una de esas rocas grises, me intriga saber que es y tal vez eso me dé una explicación, al llegar, una fuerza mayor que yo me obliga a arrodillarme y noto con sorpresa que aquello no es una roca; es una tumba como todas las que se encuentran alrededor, ¡estoy en un cementerio! Pero todo es peor al leer las inscripciones y descubrir con horror que la persona en aquella tumba soy yo, ahí se encuentran mi nombre y fechas de nacimiento y muerte. Y entonces lo recordé: tiempo atrás en uno de esos momentos de intensa depresión finalmente lo había logrado: al fin logre cortar mis venas hasta desangrarme, mi deseo se había cumplido al fin; estaba muerta. Yo ya no pertenecía al mundo de los vivos. Las lágrimas inundaron mis ojos cuando me di cuenta que aun cuando ya no hay vida en mi cuerpo, eso no fue un escape, en mi espíritu la tristeza aún permanece, nunca me podré librar de ella, me sigue y vivirá conmigo eternamente.
Esta noche todo resulta morboso
La luna muestra lo que encierra
en su lado más oscuro
Visto de negro
y el Dios de los vientos
mece enfurecido mis cabellos
mis manos apretadas
sangran miserias,
cierro los dedos,
no tienen fuerzas
Velas negras encendidas
alrededor de mi lecho
un cirio rojo quemándome
las entrañas y los sesos.
Sensaciones funestas,
pecho abierto
dagas de fuego
apretadas contra el alma
Ritual necrofílico en el que invoco
destrozar carnes y huesos,
todas las estrellas de mi universo ,
maldita noche dantesca.
El corazón amordazado
grita silencioso, desangrándose
partiéndose en miles de fragmentos
acosado, sin remedio.
Muera esta noche
el absurdo símbolo del amor
Adormecida la mente
se ofusca, se estrecha.
El dolor denso avanza
hacia la conciencia
se desbarata toda luz ,
el cuerpo se hace pesado.
No hay calidez en tus brazos,
no quieres existir.
Ni intimidad para lágrimas y sollozos,
nada se respeta,
todo es profanado ,
burlado …
Mis lunas desorbitadas
saltan de sus orbitas, inflamadas
Un bello ángel cree tener las respuestas
o quizás la llave de oro que abra la jaula
No puede ver que el colibrí
agoniza entre sus manos.
Pobre y tierno ángel
solo puede mirar al ave destrozarse
o abrir la ventana
e imaginar que la libero.
Enredada estoy
maleza putrefacta y oscura
ni siquiera asfixias ,ni asqueas
El antiguo concierto
sigue su ancestral partitura.
El cuerpo se va separando
en pedazos de carnes y huesos
Concierto espeluznante,
noche de muerte
sin resurrección
La preciosa copa yace colmada
sangre coagulada,
cenizas cubriéndome
de los pies a la cabeza,
fría habitación oscura ,
vacía en actitud de olvido.
Cuerdas de tripa humana
gritan su desventura
Todo debe acabar de prisa
no es tiempo de trinos
¡Duerme, duerme que ya nada existe!
Me tienes muerta atada a un tiempo
que dejo de ser mío.
Hoy solo sé que a pesar
de mil grilletes
me alejaré hacia la cortinas de flores
que a lo lejos llaman.
La caja negra retumba,
El pánico pugna por brotar
en grandes borbotones
Estoy vacía
de tanto haberte amado
príncipe oscuro
Ni siquiera tu rostro
he visto en mis sueños,
Ni tu voz me es familiar
cuando el sol se apaga
Solo imágenes amorfas
dicen que fuiste mi amor
Tú , sueño oscuro
me empujas hacia precipicios
Tú , me abandonas
en medio de la oscuridad
sin comprender nada,
como si fuese yo un feto.
No pretendo ser tu dueña,
tampoco tu esclava
Sueños de amaneceres,
inquietantes imágenes
recree en tu mente
hasta incendiar tus cimientes,
hasta reventar de placeres descontrolados
en donde las prácticas sexuales
resultaban consuelos
Días de risas y otros de angustias desmedidas,
de esperas inútiles
en donde se marchitaban
las yemas de los dedos
mientras mi alma se esconde
La maleza ensucia de mentiras lo que oculta
y me hunde cual pantano
en fango ponzoñoso.
Mi alma canta moribunda
Ni los rizos que tanto amaste
están dorados,
se vuelven blancos
y mi piel morada, muy morada
Me ahogo en mis penas,
desolado veneno amargo
que crece y me mata de a poco
El concierto de lamentos
rompe los cristales,
mis azules pensamientos
golpean tu puerta
y las ventanas se empañan
sudando sangre negra
Tengo amores por miles,
caricias todas
pero nada me alcanza ,
solo tu amor nefasto,
odiosa fealdad que me hace
prisionera de mis verdades.
La sangre fluye rabiosa
sobre la estola de las ausencias
Llevo los zapatos gastados
por las rocas del viejo camino
Ni siquiera tengo el consuelo
de mis antiguos laberintos,
una fuerte roca partió hace mucho
todos mis espejos,
Mis huesos crispan,
se destrozan hasta el mismo tuétano
Malditos dioses que retozan
sobre sus nubes y no miran
Mírenme beber mi propia sangre
y morderme las entrañas
Rían jubilosos ante mi degradación,
miren mis ojos perdidos
miren mi fealdad, tembloroso mi pecho,
muerte tangible acercándose al cuerpo.
Hoy solo quiero dejar de ser cobarde
y partir amor
porque solo se muere una vez
y no será contigo.