(...)

Con ira en el corazón,
Estoy maldita,
Por todos los dioses fugados.
Por las razones inconlusas de tu alma,
No hay alas en tu espalda,
Ni oscuridad en tu corazón,
Sólo el viaje de infinitos,
Corrompidos por mi presencia.   
Tú locura empedernida
Persigue el trance de mis movimientos,
En la fauna del baile;
Y en la fabulas de nuestras vidas.
Tantas veces encontrados,
Muchas veces ignorados,
Allí, donde el paraíso es un árbol desnudo.
Maldita,
Por todo lo que soy,
Por lo que está escrito en mi.
El alma crepuscular de tu cuerpo.
 En los tiempos,
Yacen las memorias
Fortuitas de tus ojos.
 Y en mis ojos,
Yace tu mirada,

Perdida en mares de inconsciencia.

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