Que donde están tus embestidas, macho soberbio de buen linaje.
Que dónde están tus mordiscos pregunta mi carne, entre más prontos están, el
más los reclama. Yo soy ansía que sólo tu voracidad embelesa.
Que cuándo será el grito libertario que se pare en tus míos
orgasmos, preguntan todos mis pelos erizados en la espera de tu recio amor.
Que venga ya exige mi plexo impetuoso al tuyo, de grácil
fiereza. Que venga ya, que se quema y sólo espera su ardor pendenciero para
soldarse en un solo sol.
Que te apiades, que seas un buen dios reclama mi boca, y
vengas y te derrames todo, todo vos, y le calmes esa sed eterna, esa sed
devota.
Ven ya príncipe, Ven a mí, no demores, ven y arrójame a tu
alegría, ven y satisfácete con mi hambre, ven a darme cuota de esta deuda que
nunca cubrirás.
No alcanzará el tiempo para morir por última vez, pero ven y
mátame cuantas veces puedas. Ven y ámame con belleza eterna. Ven y cómeme
entera, una y otra vez.
Ámame como lo haces, mi perfecto. Ven y ámame como sólo los
dioses pueden hacerlo
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