Bucólico

Caminando sin rumbo fijo, fumando de manera pausada… mente en blanco…entonces lo vi. Él se guarecía bajo un paraguas, me miraba como atrapado por la desesperanza, yo le vi desde la decepción. La seducción viró en ese cruce de miradas. Acercándonos, sin mediar palabra, nos tomamos de la mano. Corrimos a un lugar aislado de lo mundano, donde saciamos aquella hambruna de ímpetu. Al tiempo aparecíamos sobre un rayo que se apagó sin posibilidades de resurrección.
Quedamos fundidos en el limbo donde conocimos la paz; finalmente nos habíamos encontrado. No agonizaríamos más. Él estaba muerto, yo no tenía vida. Nuestro destino, más allá de todo lo conocido, emprendía su fortuna, el fin de la consternación de la existencia anterior. Volamos. Nadie podía alcanzarnos ni desviarnos, ahí resucitamos en carne, sangre y aliento mientras dorados matices rodeaban al Sol, que incitado por la Luna, andaba ya hacia su sopor cotidiano. Surcamos valles y montañas, envueltos en una penumbra de exquisito olor a azufre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario