Su mirada se
perdió en la búsqueda; hubiera querido
traspasar montañas, atravesar vertientes,
posarse sobre las alas de un pájaro; como colibrí robar una gota de miel de sus
ojos.
La negra
cabellera de la mujer se agitaba en cien brazos.
Sus ojos
dorados centelleaban sonrientes ante la
mirada pueril del hombre.
Coronada por
los céfiros que revolvían sus cabellos nocturnos
Ella,
mujer-demonio. El demonio del deseo, la mujer que se introduce en los sueños lúbricos
El demonio
de la rebeldía; la mujer insumisa…el demonio de la libertad.
Los vástagos
se niegan a mirarla, ella es el reflejo de sus miedos.
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Sus palabras
susurradas en un viento muy suave al oído entre tintineos de risa, se percibe
mejor cuando se juntan silencio y oscuridad.
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