En la vieja estación de tren, con una botella de vodka refregándose
los mocos con el puño de un viejo gamulan se encontraba, con una actitud autista,
nadie entendía como sobrevivía sin comer, en la intemperie y en la más absoluta
soledad. “vamos ven” dijo una voz algo resignada, “ya nada tienes que hacer por
acá”, haciendo caso omiso bebió otro
sorbo, ¡apestaba! Ebrio, sucio y viejo, ya no caminaba, sus pasos se habían vuelto
lentos ante el viento.
“¿es que no escuchas? Insistió la voz… solo silencio como
respuesta. “maldición es hora que abandones este infierno mental, y dejes que
te lleve donde las brasas te quemen,
solo bastara una chispa con el alcohol q llevas dentro”
“Vale, sentirás, un fuerte dolor en el pecho, la desesperación
será normal, respirar con dificultad y en agonía es un breve adelanto a lo que vendrá”
El viejo desvió su mirada a un punto incierto, la botella
cayo de su mano, se enroscaba en ese banco su saliva espumosa empezó a brotar por su boca. Ya no
era, ni abuelo ni padre de hijos indiferentes, ni viudo de una sumisa mujer
acuchillada por esas manos ya endurecidas.
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