¿Deliramos?

Aturdida, ebria… muyebria, tropezando con todo a mi paso, vagaba por las calles desde hace días, la fiebre y las alucinaciones se repetían constantemente. Ya me había ocurrido otras veces confundir a putas y maderos con bestias endemoniadas, o las ramas de los árboles con tropeles de ángeles celestiales. Y no precisamente acababa hostiado por estos últimos…
Así que, cuando reconocí la puerta de mi casa en un breve instante de lucidez, agarré a duras penas el picaporte, que intentaba alejarse unos metros según me acercaba… y del impulso entre con tanta fuerza, que acabe incrustando mi cabeza en la barandilla metálica.
Cuando desperté era de noche y me dolían todos los huesos del cuerpo, sobre todo la cabeza. Subí las escaleras pateando todas esas putas cucarachas gigantes, y me eche a dormir en la cama a pesar del estruendo de la calle.

En el exterior, la ciudad sucumbía al ataque de lanzaderas insectoras, que cubrían el cielo de un ejército negro brillante de apéndices multiarticulados.

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