Ingenuo



No eras tan tonto antes, ahora se nota hasta en tu cara, no sé de qué vas. Estás corriendo con el diablo, y te sacó ventaja. La carrera lleva horas, hasta días quizás. Estás exhausto, el cansancio te abraza por el cuello, se cuelga de tus piernas, no puedes respirar y estás a punto de caer.

Él corre, casi flota. Sonríe, lo disfruta. Bebe de tu sudor. Mirale las piernas, si podes…


Casi no toca el suelo, es como uno de esos caballos salvajes de los desiertos arábicos. Quizás lo sea.

Con tu último aliento, con lo poco que te queda de alma virgen, deseas pedirle un arreglo. Pero es tarde, está lejos y no te oye. No quiere oírte.

Te das por vencido, aunque ya lo estabas desde antes de iniciar la carrera, pero no te dabas cuenta, ni lo haces ahora. Quizás nunca. Pusiste tu firma en las reglas del juego. Hoy apostaste tu capacidad de administrar tu tiempo libre de una manera práctica y provechosa… Grotesco, humillado… ¿Qué creías? , no me digas clemencia.

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