Ceremonial

Se dirigió caminando, sigilosamente, por aquel  bosque, la noche no tardaba en llegar, y ella aun no sabía bien su destino, quebrando ramas, pisando arbustos,  sofocada de calor, con la camiseta pegada a su cuerpo, y su botella de agua vacía… apuro un poco el paso, con arañazos en sus brazos y ya de mal humor seguía sin encontrar donde se abría aquel tupido bosque… Chillidos de todas clases de aves  aturdían su mente, al tiempo que era picada por insectos…
Algo la detuvo, escucho voces humanas, se alegró y se dirigió hacia donde provenían, por fin había encontrado un claro en el bosque… sorprendida vio a varias personas alrededor de una fogata, la noche se hacía presente. Con sonrisa la recibieron, ella, extrañada, se sintió cómoda.
Estaba en el lugar indicado, del que tanto le habían hablado, allí se encontraba  el chamán y seis personas más, con ella eran ocho rodeando la fogata. Por una combinación de plantas psicodélicas y música, el trance chamánico le permite a uno percibir parte de lo que no puede ser percibido en los estados ordinarios de conciencia. Esto se realiza generalmente con el propósito de la cura, la adivinación o comunicación con el mundo de los espíritus. El chamán bebe Ayahuasca para que
pueda ver las causas espirituales de la enfermedad de sus  pacientes. Ellos también beben. La mayoría de las veces el chamán canta icaros o "canciones de poder" para invitar a los espíritus buenos y para llevar a cabo la cura. El chamán, que canta en voz baja, especialmente para cada uno de ellos, toma la botella de Ayahuasca. La abre. Toma humo en su boca y, acercando la botella a su pecho, introduce repetidamente el humo del tabaco mientras va taponando la botella con la mano para que éste no se escape. Cierra de nuevo la botella y la deja en el suelo. Ahora toca esperar en penumbra y extremado silencio a que los efectos del Ayahuasca aparezcan…
Sintió como ese humo espeso entraba en sus pulmones, lo aguanto lo más que pudo y luego exhaló… uno a uno se iban pasando la botella tapándola con la mano así no se escapaba ese preciado humo.
Cuando tuvo de nuevo la botella en sus labios aspiro profundamente, todo su cuerpo sintió aquello, escuchaba el canto del chaman, algunas risas, todo daba vueltas, sintió entonces manifestaciones intempestivas de luces, ruidos, olores, presencia de rostros que iban y venían, excitada aterrada y confundida, sentía la mano y el canto de el chamán, no podía mirarlo a los ojos, relámpagos de luces provenían de todos lados, sacudían su cuerpo y sentía hasta un raro placer. La cabeza se declinó hacia adelante y le produjo  visiones muy negativas. Era acosada por cientos de manos agusanadas que, podridas, hurgaban en todo su cuerpo, sintió mucho asco. El chamán prohíbe echarse (también para evitar la inhalación del vómito intempestivo) e inclinarse profundamente hacia adelante.

No sabía cuanto tiempo estuvo en trance hasta que escucho palmadas rítmicas con ramas y hojas secas encima de su cabeza. Poco a poco fue quitándose esa sensación de embriaguez. Las alucinaciones se fueron esfumando por si solas. Intento ponerse de pie, pero sus extremidades temblorosas no lo permitían, miro a su alrededor, y logro divisar los rostros de sus compañeros en la ceremonia… Quería pasar por esa experiencia, ahora, ya nada volvería a ser igual.

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