Nada vence un sentir (segunda y ultima parte)



Lucia contemplaba con una sonrisa, el color de la pared del cuarto del bebe, había quedado tal cual lo había soñado.


El piso de alquiler que habían rentado en Chile, era confortable, ella con pasión decoro cada rincón de ese, el hogar.


Esa mañana Luisa recibe una llamada que la sorprendió bastante, desde que habían tomado la decisión de irse de Argentina, no había vuelto a hablar con su madre


-hola Luisa, necesito verte, los estudios que me hicieron no salieron bien y deseo verte.


Luisa emocionada, había esperado tanto esa llamada, contesto…


Mama, que alegría escucharte, seguro que saldrá todo bien, lo de viajar se complica un poco, mi embarazo está avanzado y volar… temo volar… pero.


La madre la interrumpió


-hija, siento este tiempo de ausencia, pero es preciso que vengas….te necesito. Y corto


Luisa se quedó con el teléfono en la mano, mirando esa pared, tocándose el vientre, y sus lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos.


Cuando el llego, la encontró en la terraza, abrigada con una manta, mirando a la nada misma, la beso, acaricio su vientre, y la abrazo fuerte, Luisa temblaba….


-¿qué pasa cariño? ¿Decime que ocurre, porque estas así?


-Tenemos que ir a Argentina, me llamo mi madre, está muy mal y además lo pensé bien y deseo que nuestro hijo nazca allá.


-¡olvídalo! No podes volar, recuerda tu presión, y lo que el medico recomendó, tranquilidad y nada de disgustos


-por eso, si me amas y no quieres ponerme mal, vamos a argentina, vamos en coche, que más da, de paso contemplamos el hermoso paisaje, los dos amamos las montañas, y tendremos montañas de todos los gustos (sonrió)


- a ver, deja que me organice y en unos días te digo algo, es que el trabajo, mis empleados, justo en estas fechas…


- sé que si te pones algo en mente lo logras, asique, en tres días viajamos a Argentina… ¡te amo hermoso! Y sonrió


Se veía tan bella, el embarazo enalteció su dulzura…. El la miraba, enamorado perdido, como el primer día.


Una mañana se levantaron, ya tenían todo listo, mientras Luisa hacia el desayuno, el miraba por la ventana el cielo, estaba nublado, anunciaban tormentas, en ese momento le vino a la memoria que de pequeños adoraban ver las tormentas eléctricas…

Ya habían pasado el paso fronterizo, iban en mitad del viaje, la ruta rodeaba altas montañas y el paisaje era encantador, hasta la lluvia daba un toque romántico a aquel viaje. Luisa acariciaba su vientre, el la miro, de esa manera que siempre la había cautivado… de repente un reventón, el coche empezó a ir de un lado a otro, el intento maniobrar, todo resulto en vano, y cayeron, tumbos y más tumbos, era interminable aquel precipicio…


En esta historia no comieron perdices, el destino, o como quieran llamarlo, hizo que sus vidas acabaran, así… sin más, ni el abismo, ni la muerte pudo vencer su sentir.

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