Un bello recuerdo vino a mi mente una vez más, y decidí escribirlo.
Era en España, en el mes de octubre, él vivía en un bonito
piso en una ciudad costera, Canet d'En Berenguer, hacía tiempo que nos amábamos,
ya les comente en otro escrito sobre sus pestañas, sus ojos, su boca…
Una noche estábamos recostados en el sofá, apasionados por
las películas clásicas, esta vez y por cuarta vez, estábamos viendo Doctor
Zhivago.
Digo cuarta vez, porque cuando la película comenzaba a
conmovernos, nos besábamos, acariciábamos,
y hacíamos el amor, el mando se caía, los cojines volaban, y nosotros levitábamos,
con el corazón a mil y una sonrisa de placer y plenitud, la película ya había pasado…
Volviendo a esa noche… hubo besos, claro… toqueteos… ¡claro!,
varios cubatas, aun así logramos terminar de ver aquella sublime historia de
amor.
Teníamos que celebrarlo, ¡vamos a la playa! Dijo, pegando un
salto… él era así, intempestivo, ridículo, maravilloso.
Era una noche muy fría, abrigados caminamos las pocas calles
que nos separaban de aquel hermoso lugar. La luna, en su máximo esplendor,
iluminaba nuestro pasar, descalzos era mejor, y así cerquita del agua que
mojaba nuestros pies… disfrutábamos ese momento, tan nuestro…
Nos decíamos cosas en euskera, él no podía evitar la risa,
una argentina hablando euskera, le resultaba dulce y cuando terminaba alguna de
mis malogradas frases, me besaba, y sonreía, y me besaba…
Vimos entonces aquel peñasco, que tantas veces había sido
testigo de nuestro amor, y hacia allá fuimos. Me ayudaba a subir, me sentía gorda,
pesada, y el muerto de risa, por mi torpeza ¡tú puedes mi amor! Decía, al
tiempo que las carcajadas sonaban en toda la playa.
Sentados los dos, mirando la luna, y sintiendo el vigor de las olas golpeando las piedras,
acurrucados, me miro, quito un mechón de mi cabello que caía sobre mi frente,
mirándome a los ojos, con esa manera intimidante, dijo ¡guarda este momento
para siempre, asko maite zaitut…!
Aquello no me lo había enseñado, no sabía que significaba,
pero calo tan hondo.
Aquella playa fue nuestra, para esa luna, esa noche, éramos
sus elegidos, y el universo, como dicen conspiro para que la magia sucediera, y
ahí estábamos, la luna, el mar, él y yo.
Maite zaitut.
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