Cierra tus labios, necio,
No gires
hacia mí tu rostro;
La furia
del cielo te derribará,
Entonces
mi boca será tuya.
Borra tu
sombra de mi camino,
Y no
derroches vanas plegarias;
El
salvaje viento puede insinuar tu canto,
Más
nunca rogaré que te quedes.
Llévate
lejos esos falsos ojos oscuros,
No los
demores sobre mi rostro;
Te amé
con gran amor, y ahora un gran odio,
Lúgubremente,
se sienta en su lugar.
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