El tiempo cura las heridas dicen, las del cuerpo, las del
alma, las heridas en la mente y las heridas en el espíritu, pero es
mentira, lo sé bien yo que aun respiro
por cada herida añeja, y recuerdo el dolor como el primer día en que nació cada
una de ellas.
Pero me duelen más las que me recuerdan a ti, me duelen más
las heridas que tú mismo dejaste en mi alma, en mi piel, en cada recuerdo que
infecta mi mente, dicen que el tiempo cura las heridas, pero es mentira, pues
ya pasaron años desde que me dejaste con una herida mortal en el corazón, que
apenas late ya su desdicha.
Decían que el tiempo curaría las heridas, todas ellas, pero
mintieron, solo la venganza cura las heridas, solo la retribución cierra las
heridas que sobreviven los años, las que no son alcanzadas por el olvido, las
que no son enterradas por los escombros de un mundo destruido por el dolor.
Dicen que el cuerpo cura las heridas del alma, del cuerpo, de
mi mente, pero aun te recuerdo como ayer, y aun siento el dolor en cada
recuerdo, en el corazón, en lo más recondito de mi alma ansiosa de encontrar la
muerte para sentir alivio de tu recuerdo, del dolor constante, de esta agonía
que carcome mi mente y ahoga mi alma con ese sentimiento.
Solo la venganza alivia el dolor, y solo la retribución trae
alivio, vomitando el veneno infectado por esquirlas de metal oxidado que rasgan
cada centímetro de la garganta al salir, solo así expresa la voz su profundo
dolor, vomitando la oscuridad anidada en el alma, exprimiendo cada gota de odio
y rencor en el corazón, solo así se curan las heridas del alma, del corazón, de
la mente, solo así sana el corazón y encuentra el olvido que alivia el dolor
para siempre.
Solo así encontré el alivio y el olvido que buscaba, lo que
el tiempo no me dio, solo así sano mi alma, mi mente, mi corazón, solo así te
olvide. El tiempo no cura las heridas, solo entregarse al dolor y rendirse por
completo al rencor y al odio exprimiendo hasta la última gota de veneno en mí
ser en un grito desesperado.
Vomite cada esquirla retorcida y oxidada de rencor por mi
garganta cansada de llorar, y el odio se expresó con oscuras palabras, exprimí
cada gota de dolor en una sola exhalación hasta quedar exhausta en el suelo,
desgaste mis puños en el suelo y mis ojos lloraron sangre y mi alma sano,
sacudiéndose la vieja piel, rompiendo esa vieja piel como una crisálida seca y
muerta, emergiendo una piel nueva, una piel del color de fuego, llena de vida,
con ganas de cruzar el cielo sin atadura alguna.
Así cure mis heridas que se hundieron en el olvido, ahora
respiro aire libre, ahora respiro libertad, ya no recuerdo el suelo porque mis
alas no se cansan de volar, ya no recuerdo el dolor, mi piel no tiene heridas,
mi piel es como el fuego que brilla más con el viento, más fuerte fulgura y más
fuerte es su calor con el viento. Mi nueva piel solo siente caricias, la
caricia de la libertad, del viento, del sol, del ayer, no queda ni el recuerdo.
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