Darse cuenta



Sé que no soy la misma del sábado pasado
Ni soy la que mañana lunes irá a trabajar,
porque abandonamos las mudas de la piel
como quien se desnuda de sus prendas más íntimas
y echa a la ropa sucia aquel que fue.
Y en un montón de trapos, a punto de lavar,
vemos, con mucha pena,
un pañal de la infancia,
el uniforme inevitable de colegial,
la vestimenta rancia
con la que se nos hizo comulgar.
También con pena vemos
el vestido inocente con que estrenamos
nuestro primer amor,
la ropa del domingo
y la de fiesta el sábado.
Recordamos el día que estrenamos,
ilusionados en nuestra madurez,
ropaje de adulta
que nos hizo tan femeninas e impuras
frente al mundo por conquistar,
para afrontar la vida que nos tocó vivir.
Y al final, el blanco sudario

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