Abatido


Aquel  mimo se sentía deprimido, su sonrisa tan alegre se había ido y en su lugar había dejado una mueca de tristeza, su maquillaje estaba corrido dejando ver su rostro pálido y sus tremendas ojeras provocadas por la falta de sueño que ha sufrido.
En su trabajo no encontraba el sentido, sus movimientos no tenían gracia y sus shows eran muy insulsos provocando que el público se aburra, lo cual entristecía aún más al mimo haciendo que éste se aísle de la sociedad encerrándose en su casa.
El mimo pasaba todas las noches sentado a oscuras en su cama mirando fijamente el suelo y pensando en todo lo que ha pasado en su vida. Su mirada reflejaba toda la angustia que esto le producía y sus lágrimas estaban cargadas de la más cruda frustración que alguien pueda sentir.
De día, el mimo, se la pasaba encerrado en su cuarto, las cortinas siempre tapaban la luz que intentaba pasar por la única ventana que había en toda la habitación, también solía quedarse siempre en una sola posición durante horas mirando hacia la nada y vagando en sus pensamientos. La habitación estaba muy sucia y descuidada, las paredes y el techo tenían un color azul el cual no se podía observar muy bien debido al moho que tenía, y en todo el lugar abundaba un olor a encierro y angustia.
El mimo ya no sabía que hacer de su vida, empezó a descuidar su higiene y sus pensamientos se hicieron oscuros, lo único que invadía su mente era el rencor que tenía, pero no con alguien más, sino consigo mismo.
Él ya estaba harto de lo que tenía que vivir a diario, así que se le ocurrió una idea y decidió ponerla en marcha. El plan era acabar con su propia vida, pero piénsenlo ¿Que otra opción tenia aquel pobre mimo consumido por la soledad?
El mimo se paró lentamente, como si le costara hacerlo, y busco todos sus ahorros, una vez que los encontró se dirigió hacia la tienda de armas más cercana que había. Al llegar pidió, con su voz entre cortada y carente de alegría, una pistola 9mm y al terminar con esa tarea volvió de nuevo a su morada.
Él sabía bien lo que estaba por hacer, se sentó en su cama como lo hacía habitualmente, tomo el arma y se apuntó en la sien. El mimo sentía una mezcla de emociones que lo mataban por dentro, pero sabía que ya no había vuelta atrás y entre lágrimas apretó el gatillo acabando con su triste vida

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