Me miro al espejo, y veo lo que te gusta
Me he puesto jeans
gastado y una musculosa blanca
Mi alborotado pelo,
ansia seducirte una vez mas
Deliño mis ojos y dejo dos escarabajos raros en mis pupilas.
Porque voy a verte.
Porque voy a verte, aun
sabiendo que me llenaras de escusas
Sé que todo va a ocurrir.
Rodará un llanto negro
por mi mejilla.
La nombrarás para sentirte menos culpable.
Hablarás de ella, de
sus años de fervor y entrega,
Y de las tranquilas
paredes de tu casa,
Sacudidas por las
pequeñas manchas que le
Hicieron las manos de
tus hijos.
Hablarás también de
ellos.
Dirás sus nombres con
voz trémula, y yo...
me enterneceré y los acunaré en mi mente….
como si me pertenecieran.
Es “tu yo pecador”
hablarme de eso,
Después de haber
soltado amarras, después
de haber viajado
conmigo, entre tus brazos,
por un mar de ángeles
sentenciosos y risas
asfixiadas por tus
besos y vientos de fuego
quemándose en la
sencilla y honda
ceremonia de la
pasión y el estremecimiento.
Cuando me confesaste que no eras libre, ya estaba
enamorada de ti, hasta los huesos
Sentí que el universo se vaciaba y me tragaba
en sucesivos
terremotos,
Que me hundía buscando donde apoyar los pies.
Pero te quiero,
dijiste.
Y la tierra volvió
bajo mis pies,
Se cerraron las
grietas, se soldaron los abismos,
Todas las cosas
volvieron a su lugar.
Me convertí en una autómata.
Pero te quiero
….
Me colgué de esas tres palabras para no morir.
Entonces comenzó la ansiedad
de nuestros encuentros.
Empezaste a nombrarla
cada vez, a amarla para mí,
Para que supiera sus colores,
sus actos,
su forma de pensar..
Tan distinta a mí. Tan distinta de ti,
Y sin
embargo…teniéndote.
Porque tu sabías que
era ella y no yo
quien te tenía.
Y yo lo fui sabiendo
sin querer, sin proponerme saber,
Lo fui sabiendo día a
día, y fui ocultándotelo
con miedo a que lo advirtieras.
Mientras no lo supieras,
me albergarías en un
rincón de tu ser y de tu mente, y seguirías
pensando que yo era tu motor, que yo era
la corriente de luz
que te impulsaba,
tu oasis, tu huerto,
engalanado de frutos para
el hambre, y arroyos
para la sed.
Egoísta, aferrada,
empecinada, recortándote con
el filoso cuchillo de
la posesión, recortándote en tu
estampa familiar en
las que ellos te rodeaban,
para alargar mi
agonía.
¿En qué momento descubre el árbol que su verdad
es la raíz y no el libre ramaje que lo acerca al cielo
o lo agita en el
aire?
Era lo inevitable, lo
esperado con miedo,
Lo presentido, eran
los fantasmas corporizándose.
Me llamaste con una
voz triste, pero segura y firme:-
Tengo que hablar contigo, por última vez…
Mañana…
Y hoy es mañana.
Rodará ese maldito llanto negro por mi mejilla…
En el momento del adiós.
Rodará una sola lágrima
por tu mejilla en el momento
de la verdad.
¿Por qué entonces
este afán de gustarte?
y nunca más, nunca más, volveré a verte,
Voy al entierro de mi luz y me ilumino.
Voy al martirio y río.
Azucaro el café, lo siento amargo.
Tiemblo, te quiero.
Voy a evitarte una tortura.
Voy a hacer algo, por
el amor que me recorre,
que me aprieta, al
límite del olvido.
Llamo al camarero, pago
mi café.
Huyo, huyo de este
lugar y del encuentro.
Me esperarás en vano.
No verás mis ojos mojados.
No tendrás que
decirme tu discurso de despedida.
No responderé tus
llamados, si me llamas.
Ya ves, te facilito
tu tarea.
Evito que te conviertas en mi verdugo.
No es un acto de
arrojo solamente;
es una forma de
inventarme la manera de creer
que estarías sereno y
duro
y tus ojos permanecerían secos
Sería la muerte verdadera….así…
¿Y esto es dignidad?
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