Elevación


Él era erótico, sugestivo, me llevaba a los límites de mi imaginación, provocándome y tentándome entre caricias y besos furtivos presos de una tentación desmedida.

Mi Joss, como solía decirle, me cegaba los ojos entre luces apagadas con el simple roce de su piel, a veces ni me dejaba tocarlo o sentirlo, sólo bastaba con oír su respiración para explotar en una llamarada de deseos sin límite.

Una noche me pidió que lo esperara en el cuarto, que por esa noche dejara que el hiciera lo que quisiera conmigo, pidió que me acueste y que no me mueva si él no me lo pedía y que deje libre mis sentidos con los ojos cerrados hasta llegar al tacto sin que él me lo ordenara

Debo decir que no fueron más de dos minutos los que me dejo esperando, pero parecían horas al no saber lo que vendría en la oscuridad de la habitación.

Comenzó por mis piernas, rozando suavemente mi piel con sus manos, lentamente, marcando su territorio que exploraba para aumentar la dosis de excitación. Él era fuego.

Apretó mis pechos subiendo con su cuerpo lentamente dejando rastro de caricias y su exquisito olor en mi piel, era desorbitante, placentero, sutil, y fuerte.

Me apretaba besando cada espacio de mi cuerpo poco a poco, el tiempo se detenía ante su recorrido, mordía con placer mis tetas mientras agarraba mis manos y las colocaba por encima de mí cabeza para atenuar las dulces caricias en mis brazos para rozar mis costillas con sus labios, para ese momento ya se encontraba encima de mí pero sin dejarse palpar siquiera.

Susurraba a mi oído palabras morbosas, alegándome que le pertenecía, que jamás olvidaría que más que tenerme en ese momento como quería era de él. Él era fuego.

Besaba mi rostro, mis ojos, mi nariz y mis labios sin ningún reparo en estar apresurado, a fuego lento tomaba mis manos y las guiaba a su cuerpo dejándome tocar sólo lo que él deseaba en el momento que él así lo quería, me permitía tomar su espalda, me decía que dejara mis manos abiertas y que no apretara a menos que el así lo ordenara.

Beso mi cuello, haciendo pequeñas succiones en él, marcando territorio, lentamente, tomaba mis manos y las volvía a colocar sobre mi cabeza, besando mis brazos y acariciando mi pecho, luego mi abdomen, mi ombligo y sus manos agarraron el poder suficiente para bajar poco a poco mi ropa interior, dejando al descubierto mi matriz, me encontraba desesperada pero disfrutaba los atributos de sus caricias, más adelante, me quito la única prenda que me protegía de estar totalmente a su merced.

Siguió besándome por alrededor provocándome hasta que baje mis manos para guiar su boca a mi vagina, pero me dijo que no lo tocará, que el sabría que hacer y qué lo único que yo debía hacer era disfrutar. Súbitamente giro encima de mí en un espectacular 69 dejándome sentir el delicioso olor de su sexo cerca de mi rostro, estaba húmeda y muy caliente. Él era fuego.

Comencé a lamer entre ligeros espacios de tiempo alrededor de la cabeza de su mástil,

Pase mi lengua, una, dos y una tercera vez por su glande, empecé a disfrutar de su sabor dejando volar mi mente imaginando lo que vendría. Él era fuego

Mis labios no pudieron continuar la faena puesto que me tenía atónita con todo lo que me hizo, así que la masturbé con mi mano, dejando una vibración constante hasta que lo sentí casi detonar pego más su sexo a mis labios, lo hice gemir y sentí como se descargó en mí, llenando toda mi boca de sus divinos jugos.

Desvaído y bañado en sudor, cayó a plomo. Él era fuego

Pasaron segundos para que se hundiera en mi cuello y yo apretara su cuerpo al mío.

Él era fuego, y se estaba quemando en mis brazos.



Nota: A veces la eternidad dura sólo unos instantes, conviene hacer que valga la pena cada uno de ellos.

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