Aun  no me dijiste tu nombre y yo no he parado de hablar toda la noche.
-“Soy Ignacio, me dicen Nacho, soy médico residente. Es la primera vez que vengo acá y para mi buena suerte, estás vos ahora conmigo, tenes una sonrisa preciosa...”-
Kay sonrió y mojándose los labios le dio un último trago a su cerveza, no dijo nada, solo lo observaba, se acomodaba el cabello y cruzaba la pierna.
-“¿tenes novio?”-
-Sí, bueno de momento  si, llevo cuatro años con él, hace unos días pasamos por esas crisis, nada para asustarse
-“¿y dónde está ahora?”-
-Trabajando supongo, tiene que terminar un proyecto, es Arquitecto-
-“interesante”-
-Aburrido diría yo, es como si ya no existiera…
-“¿pero cómo?”-
-Está tan preocupado por sus cosas que a mí no me pone la atención de antes.


-“Entonces es ciego como para no darse cuenta de lo que está descuidando”-
-Me gustan tus manos, son grandes y proyectan mucha habilidad-
-“de hecho lo son”-
-para creerte tendrías que demostrármelo
-“la noche apenas empieza”-
-Nunca he sido infiel, pero hoy podría llegar a ser la excepción, todo depende…
-“¿de qué?-
-De que tan dispuesto te encuentres.
-“bastante dispuesto”-
-ok, entonces vos decidís a que hora nos marchamos
Nacho pagaba la cuenta, ella se disponía ir al tocador, él se sentía algo mareado por las bebidas tan cargadas que había pedido toda la noche, sacó un cigarrillo y empezó a fumar.
-¿nos vamos?-
-“primero las damas”-.
En el camino se toparon con un semáforo en rojo, se vieron a los ojos y aprovecharon ese momento para besarse.
–me encanta tu boca, me encantan tus besos…
Nacho sonrió y lo único que pudo decir tartamudeando un poco fue “gracias”. Llegaron a un Motel a la salida de la ciudad, la habitación número 135; ansioso y torpemente logró abrir la puerta del cuarto. Ella dejó su bolso en un mueble, tiró sus zapatillas, se recostó boca arriba sobre la cama y él se acomodó encima de ella.
–Sacate la camisa–
Kay mientras el hacía a un lado la camisa mordió su pecho, el empezó a desabrochar los botones de su blusa, después el sostén. Jugó la lengua con sus pechos, sintió la dureza del pezón mientras lo mordía, sus manos fueron recorriendo sus piernas subiendo poco a poco hasta llegar a sus muslos, desabrochó su falda y desesperado pero conteniéndose, quitó por último su ropa interior, pudo sentir el ardor y el deseo que desprendía el olor de su piel, la excitación de Kay mientras el ansioso la besaba y acariciaba. Ella en el acto se puso de cuclillas y le dio la espalda, el estando detrás besaba su cuello, seguía acariciando y apretando sus senos, después de eso la penetró gozando por primera vez del sexo anal. Pasaron los minutos y mientras Kay se quejaba de placer llegaron al punto final y cayeron rendidos abrazados en la cama.Nacho aun podía sentir su corazón latir de prisa y todavía el mareo provocado por el cansancio y el alcohol.
–“Por Dios, ¿sos real? ”
-Me encantan tus besos, tu cuerpo, tus manos tienen fuego.
Al poco rato amaneció, y cuando Nacho observó el cuerpo de Kay al destapar las sábanas para vestirse, notó por unos instantes algo anormal en el sexo de la aventura por una noche, y la volvió a cubrir. Al salir del Motel Nacho no dijo una sola palabra, Kay le pidió que la dejara en la esquina de una gasolinera, se despidió de él dándole un beso en la mejilla. De camino a casa mientras manejaba, Nacho aun no podía creer que había tenido sexo con una hermafrodita.


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