En los hospitales siempre hace frío.
Estaba en coma, aun así podía escuchar las voces de mis familiares, angustiados. Algunos
ya llorando mi muerte. Otros decían que en ese estado, era lo mejor que podía
pasarme. Que seguro iría a un lugar mejor.
No era así, ni mejor ni peor, sino más bien uno paralelo. No
había cielo, ni infierno. Yo permanecía aquí, como todos
El plano de existencia en el que vivían los difuntos apenas
se rozaba con el de los vivos, y cuando lo hacía, en lugares muy concretos, los
vivos notaban ese escalofrío tan característico que siempre salía en los
cuentos de terror. Y hacía frío. Siempre que los dos planos de existencia se
rozaban, hacía frío.
Tarde un tiempo en volver del lugar donde había fallecido.
Todos lo hacían, antes o después. La curiosidad les podía, a pesar de estar
muertos y no tener ya preocupaciones o anhelos terrenales.
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