Conciliábulo


Vivo hace tiempo en Londres, adoro esta ciudad.

Un día como de costumbre, estaba con un paciente en mi consulta, era el último, ya era tarde y realmente me sentía agotada. Cuando se fue, mi secretaria entro, me encontró sentada delante de mi mesa con los codos apoyados y las manos en la cabeza.

_ ya vete Kay, es tarde, yo me quedare acomodando papeles pero no tardare en retirarme, nos vemos mañana, ve con cuidado

Mi secretaria siempre tenía razón.

Medio dormida cogí mi abrigo y cerré la puerta. Al salir a la calle, el frío nocturno recorrió mis huesos y me hizo temblar todo el cuerpo. La niebla todavía no era densa y la visión era buena. Aunque Londres era la ciudad con más habitantes del mundo, en el barrio parecía que habían desaparecidos todos, no había ni un alma. Mi pequeña vivienda estaba a seis calles.

El barrio, era un gigantesco laberinto de callejuelas, en cuyas fachadas de las casas se veía la miserable pobreza que sufrían. Caminado…………… pensando en mi vida, junto al frió alojado en mi cuerpo intente solucionar mi situación. Al girar una calle, me pare bruscamente, al observar una figura humana con una capa con gorro, que estaba de espaldas a mí. Mi corazón se asustó y mis temblores ya no eran del frió si no de miedo. La sombra era semitransparente y se deslizaba sigilosamente sin tocar el suelo. Asustada me apoyo en la pared de la esquina para que no me viera. Pero la figura se paró…..su cara giro hacia atrás, se quedó unos segundo sin moverse, levanto su mano izquierda, he hizo una señal para que le siguiera. No me pudo mover aunque quisiera, mis piernas se bloquearon y no tenía señal desde mi cerebro. La sombra continuo su aterrador camino, hacia algún destino tenebroso. Estuve un rato en la misma posición, hasta que mi cuerpo se despertó del bloqueo. Asustada y observando a mi alrededor llegué a mi casa. La noche fue larga, durmiendo por momentos y acompañadas de pesadillas. El día amaneció triste y oscuro. Como casi todos los días. Hoy sería un día diferente a los otros. Llegué tarde, mi secretaria ya había abierto la consulta.

.-Ya tenemos más de cinco pacientes esperando en la sala

El día transcurrió normal. El último paciente del día salió por la puerta.-te tendrías que tomar vacaciones y descansar unos días.

-Quizás tengas razón, estoy agotada y no dejo de pensar en mi vida. Un día de estos pondré un cartel en la puerta, que ponga cerrado por vacaciones en busca de mi vida, riendo comente, nos reímos las dos. Estuve esperando en la silla, hasta la misma hora de la que salí ayer.

Tenía curiosidad por verla otra vez. Aunque mis sentimientos, eran de temor hacia algo desconocido. Mi personalidad y mi carácter que tengo me hacían ser valiente.

Hasta esa noche.

Salí por la puerta a la misma hora, e hice el mismo recorrido. Cuando llegué a la esquina, asome la cabeza, pero no había nadie, espere unos minutos. Seguía sin aparecer nadie. Me dispuse a dar el primer paso para irme. Pero de la esquina de la calle surgió la figura, se quedó allí quieta y mirándome. Mi corazón se aceleró. La figura me hizo una señal para que fuera……..No dude y me dispuse a seguirla. La sombra había girado la calle. Avive el paso, y legué a la esquina. Era una callejuela sin salida y no había nadie, me adentre en la calle. Me pare. Y note una presencia detrás de mí. Me gire. Allí estaba. Su cara semitransparente era la de un hombre, sonreía. Me sobrecogí al mismo tiempo que mi cuerpo empezó a temblar. Estuvimos un rato mirándonos. De mi boca salió unas palabras desgarradas por el miedo.- ¿Que quiere de mí? No hubo contestación, su sonrisa era mayor. Velozmente y con un chillido agudo, se introdujo en mi cuerpo. Caí al suelo, me entraron convulsiones mientras gritaba y pataleaba en el adoquinado. Sentí un escalofrió terrorífico por mi cuerpo, mi mente se quedó en negro, sentí como la muerte circulaba por todas mis venas, dejándolas vacías de vida, alcanzando hasta lo más profundo de mi alma. Paso velozmente una luz cegadora dentro de mí. Mi respiración jadeante se entrecortaba con mis gritos de angustia, sin sentir ningún dolor. Finalmente salió de mi cuerpo con un chillido aún más atroz. Me quede inerte en el suelo, con los ojos en blanco. Me sentía vacía y al mismo tiempo viva. La figura me miro, su cara reflejaba felicidad. Alzo la mano y me saludo. Lo veía borroso. Estaba agotada. Me dijo adiós con la mano, y se deslizo entre la oscuridad de la noche. Tambaleándome me incorpore, me sentía extraña, como si se hubiera llevado algo del interior de mi cuerpo. Enseguida me repuse, me encontraba vigorosa. Me dirigí hacia mi casa, preguntándome, que es lo que me había sucedido, tenía miedo de mi misma. Llegue a casa, me encontraba muy nerviosa y mi cuerpo no paraba de temblar. Intente dormir, y tuve pesadillas horribles…………Por la mañana estaba eufórica, contenta y feliz. Me fui a trabajar. En la puerta estaba mi secretaria…

_Hola Kay, te encuentro radiante, que es lo te paso anoche, para llegar de esta manera

No tenía respuesta a ello, me sentía bien, pero por las noches tenia pesadillas. Mi entusiasmo y felicidad iba decayendo, hasta encontrarme cansada, sin ganas de hacer nada, mi personalidad cambio por completo, mi vida se iba apagando poco a poco.

Una noche inconscientemente, me vestí, cogí un cuchillo de la cocina y salí a deambular por las oscuras calles, sin ningún destino y sin saber que es lo que andaba buscando. Sentía una necesidad inexplicable dentro de mi cuerpo, que pronto descubriría. Vi un hombre de avanzada edad, que se dirigía hacia mí, mi corazón empezó a latir fuertemente, mi mente se quedó en blanco y seguía órdenes de algo sobrenatural. Me acerque a él, le di las buenas noches, el hombre desconfiado y perplejo, me saludo. Al mismo tiempo que saque el cuchillo de mi bolsillo, le agarre la cabeza con la mano izquierda y le desgarre la garganta, sentí la carne como deslizaba en el filo del cuchillo. Empezó a brotar sangre, se puso las manos en la garganta intentando impedir que la sangre saliera de su vida. Agonizando e intentando de gritar, sin conseguir que de su garganta rota saliera ni si quiera un grito desolador. Actué rápido y me introduje en su cuerpo en busca de una luz que se extinguiría en pocos segundos. La vi y la absorbí, Salí de su cuerpo, y es cuando el agonizante hombre dejo de vivir. Llegue a mi casa, me sentía mucho mejor, pero al mismo tiempo mi preocupación era horrible. Llegue a la conclusión de que para poder vivir tenía que matar, y desposeer sus almas. Estuve meses en esta situación tan horrible. Mataba solo cuando necesitaba vida. Deje el trabajo y mi vida era insoportable. Una noche pensé en la figura, que sería ella la quien me pudiera ayudar, mi mente intentaba comunicarse con ella, para poder verla. Esa noche salí al acecho de una nueva víctima, porque me falta vida. Pero para mi sorpresa me encontré con la figura. Nos miramos y le dije:-no quiero vivir así, no quiero seguir matando.

Se me quedo mirando, con una sonrisa irónica y diabólica a la vez, que me hizo estremecer de terror.

-No puedes cambiar el destino. Me dijo con una voz increíblemente serena y prosiguió

-Tú matas a las personas que tienen que morir. porque es su destino, eres tu quien las eliges, para tu poder seguir viviendo.

-¡nooooooo! no quiero continuar con esto, que debo hacer para dejar de matar.

-nada, no puedes hacer nada.

Su risa diabólica entre por mis oídos, como si la muerte llegara para llevarme con ella.

-tienes dos elecciones, primera es matarte, a si quedas libre, y tu alma me pertenecerá. Y la segunda es entrar dentro de mí, buscar tu alma. Cuando la poseas, saldrás y tu vida será insoportable, sin que tengas que matar. Elige la mejor opción, porque el destino ya lo tienes escrito. Y no podrás cambiarlo.

Me dejo desconcertada, pero no dude en introducirme en su cuerpo en busca de mi alma. Habían cientos de almas, vi una que brillaba con más intensidad y la absorbí, pero no sucedía nada…espere…Me encontraba atrapada dentro de su cuerpo. Como me podía haber fiado de un diablo de almas perdidas. Mientras la figura se deslizaba por la tenebrosa oscuridad y su sonrisa triunfal se oía a muerte, yo desvanecía en su interior convirtiéndome en una luz más. Y se reía…se reía… de mí.

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