El tren
estaba a punto de salir. Su pitido me había hecho perder los nervios casi de
inmediato y no conseguía sentir otra cosa que no fuera el eterno pause; mi
cuerpo paralizado por la incertidumbre. No estaba segura de nada en aquel
momento y lo sabía. Como quién ha visto a la parca pasar ante sus ojos, en ese
caso yo me quedé como estatua de sal visualizando en mente y cuerpo lo que
supondría no subir al dichoso tren, y, así por mi mente se fue materializando
en proyección la serie de sucesos devastadores que me dejarían aún más seca si
cabía, y esa era autodestrucción de todo lo que era mi vida. Las
"flores", lo nuevo, la frescura, el sabor, mis conocimientos... todo
lo que una vez creí conocer subió a ese tren y se marchó después de haber estado
esperando más de lo que debiera a una yo dubitativa y llena de verdadera
psicopatía que recogía su pie en el aire con clara intención de dar un paso
pero lamentablemente otra vez lo dejaba en el sitio del que yo tan
dubitativamente idiota no le permití despegarse ni si quiera horas después de
que ya no estuviera en andén alguno.
Y el pitido
volvía a pedirme a gritos que subiera y yo estaba demasiado asustada, plantada,
siendo el árbol que te encuentras un día en el jardín sin CÓMO ni por qué bajo
la suposición de que alguien dejó caer por accidente la semilla de la
desesperación. Sí, aunque comprendía que había llegado mi hora, el punto de
inflexión o como se entienda. Sin embargo, no me apeteció aceptar los cambios
en el guión.
Al final mi
cuerpo no se movió ni un milímetro aunque mi mente soñó que se subía a uno de
esos vagones sin dudar en dejar el recipiente vació tras de sí, como si hubiera
sido una ameba que se había cansado de vivir a la sombra de su hermana, que
quería ser libre y en un arranque dejó a la defectuosa y subió con espíritu
libre al vagón. Pero seguía soñando despierta después de todo pues la chica que
algún día fui se había quedado atrapada en esa estatua de sal en medio de
ninguna parte y lo que se había ido se trataba de mis ideales. Mi otra y mejor versión de mí. Me eché a llorar y lo
pasé mal. Y AHORA quisiera volver obsesivamente al estado que se sentó en algún
asiento de ese tren-ida. Habrá alguna forma de hacerlo volver o quizás es que
al mismo tiempo la esperanza fue de polizón creyendo ingenuamente en mi promesa
de seguir adelante a pesar de todo.
¿Y qué se
hace cuando pierdes la esperanza? ¿Qué se hace cuando pierdes la cabeza? ¿Qué
haces con la vida cuando no dejas de perder trenes mientras resoplas de
aburrimiento? Yo lo sabía, me repito pero me sigo preguntando sin poder
entender lo que me pasa/pasó PARA responder con algo válido.
Y las
lagunas mentales en este mundo no han hecho mucho por sacarme de este show anafiláctico
que sigue pesando mi alma en gramos.
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